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“La force de l’âge”, el segundo tomo de la autobiografía de Simone de Beauvoir carece de mucha de la magia del primer tomo. Es como el segundo disco de varios artistas y grupos que ahora tienen más presupuesto y pueden hacer canciones más elaboradas, pero ya no tienen la espontaneidad, la ingenuidad de su primer intento. Sin embargo, el cambio de tono en este libro es comprensible ya que trata sobre el inicio de la adultez de Simone y la vida adulta ya no tiene magia, requiere más bien de perpetuos esfuerzos por no caer en la desesperación. Para empezar, el libro empieza con un largo prefacio de advertencia, como una especie de apología por haber decidido continuar con la autobiografía. El primer tomo tenía que escribirse para saldar una deuda con el pasado pero de allí en adelante fue para complacer al clamor popular y por el gusto de recordar. Se nos dice muy claramente que aquí no encontraremos todo de la vida de su autora, por respeto a terceros y porque ella no parece ser muy adicta al chisme, desgraciadamente. Así que déjenme ahorrarles 700 páginas a aquellos que andan buscando relatos jugosos de la relación entre ella y Sartre: hay algunas cosas, pero son muy pocas y están lejos de ser escandalosas. Y tal vez esta sea otra razón por la que prefiero “Mémoires d’une jeune fille rangée”: ese libro se trataba exclusivamente sobre Simone; sus padres, su hermana, su mejor amiga eran accesorios del universo que ella creaba, pero aquí es ella quien se convierte en un elemento secundario de la vida de Sartre. No tengo nada en contra de él, he leído varios de sus libros y me encantan, pero él no es una mujer y yo quiero ejemplos a seguir que hayan tenido que lidiar con las paranoias, la condescendencia, los sangrados y la rabia que conlleva ser una mujer. Que Sartre haya decidido no casarse nunca y no tener hijos no tiene nada de interesante. Cuando Simone explica que su principal preocupación en esta nueva etapa en la que ya está emancipada de la vida familiar es ser libre en todo sentido y liberarse de todas las convenciones, su decisión de nunca amarrarse a nadie y de no engendrar vida es de un valor que encuentro impresionante.

Ella busca inventar o adecuar a sus gustos y necesidades hasta los más mínimos aspectos de su existencia y este incluye sus relaciones amorosas. En un momento se encuentra en un trío con una joven protégée que reciben con Sartre y con quien al principio todo parece andar bien. Pero su racionalización a veces excesiva no la hacen inmune a los sentimientos más básicos de las personas, entre ellos los celos. Simone se revela como una mujer, o mejor dicho, como un ser humano cuando el triángulo amoroso la desequilibra y encuentra como única vía de escape matar de manera ficticia a la intrusa en la que sería su primera novela.

Hablando de novelas, el libro trata ampliamente sobre las obras que Simone escribió, los objetivos que perseguía, los defectos que les encuentra muchos años después, la evolución que tuvo su trabajo. Efectivamente esto es muy interesante, pero me llamó más la atención la vida mundana que tuvo. Trabajó como maestra de secundaria, en los primeros años en la provincia y separada de Sartre. Vivía en cuartitos alquilados de más o menos mala muerte, comía en cafés o en comedores todo el tiempo y todo su dinero se lo gastaba en viajar y muchas veces le ocurría quedarse sin dinero. Y ni siquiera estoy hablando del período de la guerra. Ella cuenta estos episodios de escasez material con una gran tranquilidad y soltura, pero sólo imaginarme encontrarme en su situación me produce angustia. Hubo una vez en pleno viaje en la que se quedó sin un centavo para comer: después de haber viajado por mi cuenta no puedo concebir una escena semejante, yo que pretendo ser experta en la planificación y preparada para cualquier emergencia. Leyendo sobre sus relaciones con sus colegas de trabajo me di cuenta que Simone en persona no ha de haber sido una persona muy abordable, simpática y llevadera para aquellos fuera de su círculo íntimo. Probablemente no hubiera soportado un trabajo contemporáneo en una oficina.

Y luego está la dichosa guerra. De todos los despertares de la vida adulta este ha de haber sido el más duro. Ella que tanto se enorgullecía de estar a merced de sus propios actos únicamente, de sentirse única, especial e inmune a las influencias del mundo externo de repente vio el mundo al revés, sujeta a decisiones de otros, sufriendo por el estado de la política del mundo. Su período de la guerra es nuestro actual período de crisis en cierta forma, en el que todo se está transformando y no necesariamente con mejores perspectivas. Pero la guerra tuvo un fin definido, un día en el que todo se acabó y empezó la reconstrucción, por muy lenta que fuera. Lo pésimo de la crisis es que tenemos cinco años que están martillando con ella y parece que apenas está comenzando. En definitiva eso es ser adulto: darse cuenta que uno no es el centro del universo y que hay situaciones que nos superan y nos afectan. Es necesario entonces cambiar de visión, de actitud: para Simone eso significó desarrollar una conciencia política y un compromiso para tratar de influir en lo que sucedía en su esfera más cercana. En el resto de nosotros, queda todavía por verse.

« La force de l’âge », Simone de Beauvoir’s second tome from her autobiography, lacks the magic the first tome had. It’s like the second album from some artists and bands that find themselves richer and able to produce more elaborate songs, but have no more of the spontaneity or the ingenuity of their first attempt. However, the change in tone in this book is understandable since it deals with Simone’s early adulthood and adult life has no magic at all; if anything it requires constant efforts no to fall into despair. For starters, the book begins with a long foreword which serves also as a warning, as some sort of apology for continuing with the autobiography. The first tome had to be written in order to pay a debt with the past but from now on it’s about pleasing the populace and taking pleasure in remembering. It’s clearly stated that we will not find in here everything about its author, because of respect for others and because sadly she doesn’t seem to be hung up on gossip. So let me save the effort of reading 700 pages to those who are looking for juicy scoops on her relationship with Sartre: there is some stuff, but just a little bit and none of it is scandalous. And maybe that is another reason why I prefer “Mémoires d’une jeune fille rangée”: that book is entirely about Simone; her parents, her sister, her best friend were accessories to the universe she created, but here she is the one who becomes a secondary element of Sartre’s life. Let it be said that I have nothing against him, I’ve read many of his books and I love them, but he’s not a woman and I want role models that have had to deal with the paranoia, the condescendence, the bleeding and the rage that implies being a woman. The fact that Sartre decided never to get married and have kids isn’t interesting at all. But when Simone explains that her main concern in this new stage in her life when she is emancipated from family life is to be free in every possible way and to renounce to all conventions, I find very courageous her decision to never tie herself up to another person and to not create life.

She wants to make up or accommodate to her likes and needs even the tinier aspects of her existence and that includes her romantic relationships. At a certain point she finds herself in a threesome with a young protégée she takes in with Sartre and with whom at first everything seems to work out fine. But her tendency to over rationalize doesn’t make her immune from the basic feelings people have, among them jealousy. Simone is revealed as a woman, or instead as a human being when the love triangle unbalances her and she finds as her only way out to fictitiously kill the intruder in what would become her first novel.

Speaking of novels, the book deals extensively with Simone’s work, the objectives she set out to accomplish, the defects she finds in it many years later, the evolution it had. Of course, this is very interesting but what caught my attention was the mundane life she had. She worked as a high school teacher, during the first years in towns outside of Paris and away from Sartre. She lived in tiny rented rooms, in various degrees of decay, she ate in cafés or in diners all of the time and all her money went into traveling so many times she found herself with no money at all. And those were not even the war-time years. She narrates those periods when money was scarce with such ease and tranquility but I become anguished just imagining finding myself in her situation. There was this time where she was traveling and she didn’t have a penny to spend on food: after traveling on my own I can’t conceive such an event, after all I pretend to be an expert in planning and prepared for any emergencies. Reading about her relationships with her co-workers made me realize Simone in person must not have been very approachable, nice or easy-going for those outside her inner circle. She probably wouldn’t have tolerated a contemporary job in an office.

And then there’s the bloody war. Of all the adult-life awakenings this must have been the hardest on her. She used to be so proud in not being in expense of no one but herself, she felt so unique, especial and immune to the outside world’s influences and suddenly she found herself in an upside down world, at the mercy of someone else’s decisions, suffering because of the state of world politics. Her period during the war is our current crisis period in a way, when everything is changing but not necessarily for the best. But the war had a definite ending, a day when everything was over and reconstruction began, no matter how slow. The worst thing about the crisis is that it’s been five years now that we’ve been dealing with it and it seems to be just starting. This is definitely what being an adult is like: to realize you’re not the center of the world and there are situations that surpass us and affect us. It is then necessary to change our point of view, our attitude: for Simone this meant developing a political conscience and engagement in order to influence in what happened in her immediate sphere. For the rest of us it remains to be seen.

Este sábado me quedé un rato más tarde que de costumbre en el trabajo terminando unas cosas. Me estaba muriendo del hambre y estaba particularmente ansiosa por llegar a la casa porque desde que estoy en el diplomado cada hora de mi fin de semana se ha vuelto muy preciada, en especial aquellas en las que puedo dormir. Agarré el carro y me quedé atorada en el anillo periférico, donde el inepto de mi alcalde decidió tapar baches justo a la hora en la que todo mundo quiere regresar a su casa. Una media hora después no sólo estaba hambrienta y desesperada sino también enojada con todos esos camioneros que no dan pasada sabiendo que un carril está bloqueado. Recuerdo que todavía me dije a mí misma que no importaba que llegara tarde pero que llegara bien. No me duró mucho la afirmación: iba en el bulevar de las Fuerzas Armadas cuando todos los carros fluían armoniosamente hasta que de repente no fue así. Tengo un hueco en la memoria, pero la imagen que tengo fija es la del carro paila frente a mí y la conciencia de pensar que no me iba a poder detener y que le iba a chocar. Tenía puesto el Unplugged de Alanis Morissette, una extraña música de fondo para un golpe repentino y encontrarme inmóvil diciéndome que había chocado el carro. La música no se detuvo y lo único que quería era apagarla, pero la vista de la cubierta del motor en posición vertical me nubló la cabeza por unos momentos. Llamé a mi mamá y las personas con las que pegué llegaron a verificar que yo estaba bien. Yo no lo sabía en el momento, pero todo empezó porque a un tipo se le zafó una de sus llantas y se detuvo bruscamente. Los dos carros que le seguían, ambos pick-ups, lograron detenerse, algo que yo no pude hacer.
Desde que sucedió esto me ha estado atormentando el por qué pasó esto. No es mi primer choque, pero sí es el primero que ha sido mi culpa y en el que el carro ha tenido serios daños. La definición misma del evento lo clasifica como un “accidente” pero no puedo evitar pensar que esto no lo es. No que yo haya querido estrellarme contra otro carro a propósito, pero sí que hay algo en mi vida que no anda bien y que necesita cambiar. ¿Pero qué puede ser? Hasta ahora estaba tan orgullosa que tengo una meta y estoy trabajando como esclava para que se cumpla. Por meses me he pasado repitiendo que soy una flecha, con una dirección fija, sin marcha atrás y sin nadie capaz de detenerme. Estoy haciendo todo lo que se supone que debería hacer, incluso más que eso. Trabajo, hago ejercicio, estudio –por mi cuenta y en la universidad-, leo. No hay un minuto de mi vida que no tenga utilidad a largo plazo, no hay espacio para las distracciones inútiles, no tengo tiempo que pueda perder. Llegué a un punto en el que la única forma en la que podía dejar de pensar era cuando iba a tomarme un trago que terminaba siendo mucho más de uno, pero hasta eso he eliminado gradualmente. Y nunca se me ha ocurrido cuestionar mi exceso de actividad, mi motivación/obstinación. Todo esto lo hago porque yo quiero, nadie me lo pide o me lo impone y no puedo concebir no hacerlo. Teniendo un propósito en mente siento que sería un desperdicio de tiempo, recursos y juventud no dedicarme enteramente a ello. Así que esto no puede ser lo que esté mal. ¿Entonces qué es?
Una de mis compañeras del diplomado contó una vez que iba conduciendo en el anillo cuando un camión le dio vuelta a su carro al no lograr detenerse a tiempo como hicieron los carros que iban delante de él. Mi compañera se levantó en la cama de un hospital y al poco tiempo se dio cuenta que no sentía sus piernas. Perdió la movilidad de sus extremidades pero gracias a una terapia que siguió por varios meses la recuperó totalmente. Todavía me acuerdo del día en que nos narró este suceso: todos estábamos en silencio, dando gracias por la suerte que teníamos de estar bien. A veces me da frío pensar en que algo grave pudo haberme pasado o pudo haberle pasado a otro por mi culpa. Así que esto debería hacerme recapacitar, debería hacerme cambiar algo, ¿pero qué? Tal vez, como me han dicho algunos, sólo sea mi forma de conducir. Tal vez me complico la vida buscándole significado a una desafortunada casualidad. Sólo que yo no creo que las casualidades, a pesar de que nunca he podido explicar acertadamente alguna de ellas.
This past Saturday, I stayed a little later than usual at work finishing up some stuff. I was starving and I was particularly anxious to get home because since I started the teaching course each hour in my week-ends has become particularly precious, especially those hours in which I can sleep. I got into the car and I got stuck in the beltway, where our stupid Mayor decided to repair the road in the exact same hour when everyone wants to go back home. Half an hour later, I was not only hungry and desperate but also angry with those truck drivers who don’t let you pass in front of them even though they know one of the lanes is blocked. I remember that I said to myself that it didn’t matter I got home late as long as I got home alright. My affirmation didn’t last very long: I was down the Fuerzas Armadas Boulevard when all the cars were harmoniously flowing up until they didn’t. I have a blackout from the moments before but the instant I can perfectly recall is when I saw the pick-up in front of me and I knew I would not be able to stop and I would hit it. Alanis Morissette’s Unplugged was playing, a bizarre soundtrack for a sudden smash and then finding myself paralyzed and knowing I had a car accident. The music didn’t stop and the only thing I wanted to do was turn it off but the view of the hood in vertical position clouded my mind for a while. I called my mother and the people I crashed with came to check if I was ok. I didn’t know it at the time but it all started when the wheel from a guy’s car loosened up and all of a sudden he had to stop. The next two cars that followed him, both pick-ups, managed to stop, something I couldn’t do.
Ever since that day I have been haunted by the question of why did this happen. It’s not my first car accident but it’s the first one where it’s my fault and in which the car has had serious damage. The definition of the event itself defines it as an “accident” but I can’t help thinking it is not. Not that I purposefully wanted to crash into another car but that this means that there is something in my life that it’s not ok and that needs to change. But what can it be? Up until now I’ve been so proud of the fact that I have a goal and I’ve been working my ass off to achieve it. For months now I’ve been repeating that I’m an arrow, with a defined direction, with no turning back and no one capable of stopping me. I’ve been doing everything I’m supposed to be doing, even more than that. I work, I exercise, I study – on my own and in the university -; I read. There isn’t a minute of my time that has no usefulness in the long run, there is no space for trivial distractions, I don’t have any time to waste. I reached a point where the only way I could stop thinking was when I went out to have a drink that ended up being more than one, but even that I’ve been gradually stopping. And it never occurred to me to question my excess of things to do or my motivation/stubbornness. I do all of this because I want to, no one is asking me or demanding me to do it and I can’t think of not doing it. Having a purpose in mind I think it would be a waste of time, resources and youth to not devote myself entirely to it. So this cannot be what is wrong. So what is it?
One of my colleagues in the teaching course one day told us that she was driving down the beltway when a truck threw her car when he wasn’t able to stop in time when the cars in front of him did so. My colleague awoke in a hospital bed where some moments later realized she didn’t feel her legs. She lost her legs’ mobility but thanks to some months of therapy she regained it completely. I still remember that when she told us this, the whole room was silent and we were all thankful we were alright. Sometimes I shiver when I think that something serious could have happened to me or could have happened to someone else because of me. This is what should make me reconsider, should make me change something, but what? Maybe, as some people have pointed out, it’s just my driving that needs to change. Maybe I’m just making my life more complicated trying to find meaning to an unfortunate coincidence. But I don’t believe in coincidences, even though I’ve never been able to accurately explain one of them.

Una de las primeras cosas que hice al regresar a Honduras fue matricularme en el diplomado en formación pedagógica en educación superior de la Universidad Pedagógica. Eso fue en agosto, supuestamente para empezar en septiembre. A mediados de octubre, sin señal alguna de que la sección en la que me había matriculado iba a empezar pronto, me cambié de sección para la de los sábados por la tarde y domingos en la mañana. Ese iba a ser apenas el primer síntoma del estándar de calidad de ese curso. Hay que aclarar que ese es un curso privado, a pesar de ser impartido en la UPN que es una universidad pública, ya que es un curso organizado por profesores de la universidad pero está separado administrativamente de ella. Y tiene un costo, muy elevado si me preguntan, y muy elevado para lo que se aprende. Las primeras clases fueron un balde de agua fría: era como estar en una mala escuela primaria, con unos folletos de hace diez años, fotocopiados, con unos textos confusos y mal redactados que teníamos que repartirnos en grupo para venir a exponer en clase, por lo que el maestro realmente sólo hacía acto de presencia. El temario se miraba interesante: la historia de la universidad en Latinoamérica, la epistemología en la educación, la comunicación en la pedagogía, las competencias que debe adquirir un docente… Pero cuando el profesor llega a ponerte presentaciones de Powerpoint de los forwards con mensajes de inspiración que ha recibido en la semana, naturalmente no le va a quedar tiempo de darte la clase que debió haber impartido. Luego está todo el tema de trabajar en grupo, pero vamos a asumir que el problema allí soy yo y mis súper capacidades sociales y no el hecho de trabajar con gente que viene de todas partes, con diferentes formaciones y diferentes concepciones de lo que implica trabajar en grupo.

Francamente, durante los dos primeros módulos estuve en una profunda negación y tedio. Para el tercero ya había empezado a aceptar mi destino y a poner un poco más de mi parte y mi recompensa llegó con el profesor del más reciente módulo, un señor que sí se toma en serio lo que hace, que se nota que maneja el tema y que no esperaba de nosotros menos excelencia de la que él demostró en sus clases magistrales. Con él hubo un cambio: por primera vez nos organizamos por carreras y no por azares del destino y nos tocó impartir una clase de prueba relacionada con nuestra profesión. Con mi grupo dimos una clase de dibujo de figuras geométricas, empezando por figuras en dos dimensiones, yo di la parte de perspectivas y luego terminamos con la construcción de sólidos. Fue tan interesante y enriquecedor porque por primera vez me enfrenté a la situación de enseñar algo que a mí me parecía evidente y sencillo y que para otros parecía muy complicado. Ya empiezo a conocer un poco a mis compañeros lo que me ha hecho ir poco a poco superando el miedo escénico y debo decir que estar frente a todos es tan aterrador como fascinante. Además, me gustó mucho aprender un poco de las carreras de mis compañeros: hicimos un laboratorio de Química y Farmacia, una prueba de lógica matemática, recibimos varias clases de inglés, en fin, recibimos varias clases siguiendo distintas metodologías, así que no podemos decir que no tenemos inspiración para cuando tengamos que hacer nuestra práctica.

Gracias al diplomado me enteré que el Infop ofrece cursos en línea. Decidí matricularme ya que ofrecen cursos de Photoshop algo que justamente estoy queriendo aprender y porque el curso es gratis, sólo se necesita el número de identidad. En un correo te explican que se debería dedicar al menos dos horas diarias a trabajar en los textos y las tareas, un tiempo que confieso que no dispongo, pero creí que mis conocimientos ultra-básicos me iban a permitir compensar por la falta de tiempo. En realidad creo que ni con dos horas cada día hubiera sido suficiente, porque encontré las tres semanas que nos dan muy cortas para todo lo que quieren enseñar. Hay cinco unidades, cada una con un texto de entre veinte y treinta páginas que hay que estudiar, luego una autoevaluación a completar y por último una tarea que es más larga de lo que uno podría esperar. Hay un instructor que es quien revisa las tareas y responde a las preguntas que se le hacen en los foros de cada unidad, si es que alguien tiene dudas o comentarios. El instructor además puso algunos videos que explicaban ciertas tareas y tengo que decir que el que nos tocó es muy servicial y sus comentarios fueron una de las razones por las cuales decidí continuar con el curso a pesar de que en más de algún momento lo quise abandonar. En general fue una buena experiencia excepto por el hecho que la página estaba saturada muy seguido por lo que en más de alguna ocasión no podía entrar a la plataforma. Afortunadamente tuve el buen reflejo desde un inicio de descargar todos los materiales y tareas de una vez para poder trabajar sin necesidad de estar conectada a la plataforma. Y estoy muy orgullosa de mis tareas: en la primera unidad teníamos que hacer un ensayo sobre la teoría del color en el cual hablé de las investigaciones de Michel Pastoureau sobre el color en la cultura occidental, en la tercera unidad nos tocó hacer una publicidad para Adidas partiendo de unas fotos que nos proporcionaron y el proyecto final era un tema libre. Yo decidí hacer una versión de una pintura Art Nouveau con una modelo real y con fondos de pintura.

Publicidad Adidas

Proyecto final Marcela

Mi próxima aventura educativa es un curso en coursera.org, una página que te permite llevar cursos gratuitos impartidos en una variedad muy amplia de temas por profesores universitarios. Hay desde cosas científicas, de filosofía, psicología, arte, hasta cosas muy prácticas como aprender a argumentar. Encontré uno en historia de la Grecia antigua y otro de guitarra, que voy a llevar dentro de unos meses cuando inicien, porque no son tan frecuentes como los del Infop y duran varias semanas. Descubrí además que algunas universidades ponen en línea algunas clases en forma de audio o hasta de video, que uno luego puede bajar directamente o escuchar en forma de podcast. Encontré unas clases de historia y de literatura de una universidad francesa que aprovecho a escuchar cuando ya me aburro de escuchar música cuando estoy dibujando. Así que para los adictos a la formación continua siempre existen alternativas.

One of the first things I did when I came back to Honduras was to enroll in the Certificate in teaching in higher education in the Pedagogic University. That was in August, in order to supposedly start in September. By mid-October there was no sign that the section I had chosen was going to begin anytime soon, so I decided to change to the one on Saturdays in the afternoon and Sundays in the morning. That was barely the firs symptom of that course’s quality standard. It must be said that this is a private course in spite of the fact that it takes place in a public university, since the course is organized by professors but it’s administratively separated from it. And it’s expensive, too expensive if you ask me and extremely expensive for what we’re learning. The first classes were a tough wake-up call: it was like being in a bad public elementary school, with materials from a decade ago made out of photocopies, with confusing and poorly written texts that we had to study in groups so we could do presentations during the class, so the teacher was just there doing nothing. The subjects were actually very interesting: the story of the university in Latin America, the epistemology in education, the communication in teaching, teaching skills… But when the professor puts on a Powerpoint presentation with the spam messages he received that week, naturally he has no time left to teach something worth learning. Then there is the whole working in groups issue but we’re going to assume that the problem here is me and my amazing people skills and not having to work with people who come from all over the country, from different educational backgrounds and different assumptions of what working in group entails.

Honestly, during the first two parts of the course I was in deep denial and tedium. By the third one I had already started to accept my destiny and work a little more and my reward came with the fourth professor, someone who actually takes seriously what he does, someone who you can tell knows what he is talking about and who didn’t expect any less from us than the excellent level he displayed during his own classes. There was a change with him: for the first time we were organized by our orientations and not by hazard and we got to teach a class related to our profession. With my group we taught how to draw geometric figures, starting with two-dimensional figures, I focused on how to draw perspectives and we finished on how to build solids. It was something very interesting and enriching since it was the first time I faced the situation of teaching something I believe to be evident and very simple, whereas others viewed it as too complicated. By now I know a little bit better my classmates, which is something that has helped me overcome my stage fright little by little and I must say being in front of everyone is both frightening and fascinating. Besides, I enjoyed learning about my peers’ professions: we did a Chemistry and Pharmacy lab, a mathematics logic test, we had many English classes; anyway, we had a lot of different classes following varied methodologies, so we cannot say we don’t have inspiration for when we have to do our internship.

Thanks to this course I discovered that the Infop (a Honduran professional training center) offers online courses. I decided to enroll to their Photoshop class since it’s something I want to learn and the course is free, you just need your ID number. In an e-mail they explain to you that you should devote two hours daily to the texts and the assignments, a period of time I confess I don’t have right now, but I thought that my basic Photoshop knowledge would allow me to compensate for the lack of time. In fact, I don’t think that two hours a day would’ve been enough because I found the three week the course lasted to be too short for all the things they want to teach. There are five parts to the class, each one of them with a text lesson about 20 to 30 pages long, a self-evaluation and an assignment which is longer than you might expect. There is an instructor who checks the assignments and answers the questions and comments that people write on the forums. The instructor also uploads some videos concerning certain assignments and I have to say that our instructor was very helpful and nice and his comments were one of the reasons I decided to continue with the class when I wanted to quit. It was a good experience in general but the website had frequent technical problems so I had issues trying to access the platform sometimes. Fortunately I had the good reflex of downloading all of the lessons and assignments at first so I didn’t need to be in the platform in order to work. And I’m very proud of the works I turned in: in the first part we had to write an essay about color theory in which I explained Michel Pastoureau’s research on color in Western culture; in the third part we had to create an ad for Adidas from some pictures we were given and the final project was a subject of our own. I decided to make a version of an Art Nouveau painting with a real model and some painting backgrounds.

My next educational venture is a class in coursera.org, a website that allows you to take free courses in a wide range of subjects with university professors. There are scientific-related classes, others of philosophy, psychology, art and even some others very practical such as learning to argue. I found one in Ancient Greek history and a guitar one, which I will be both taking in a few months when they start, because these are not as frequent as the Infop’s and they last many weeks. I also discovered that some universities put online some of their classes, in audio or video format, which you can download or listen as a podcast. I found some history and literature classes from a French university which I listen to when I’m tired of listening to music while I work. So for all the addicts to continuous training there are always alternatives.

Hace algunos meses tuve la idea de cambiar la plantilla del blog. Se me ocurrió que podría contratar a un ilustrador muy simpático que trabaja en Honduras, pero en aquella época no tenía trabajo y mis ahorros estaban secuestrados en una cuenta bancaria francesa de la cual no podían escapar debido al deplorable sistema bancario hondureño, por lo que no tenía forma de pagarle. Pensé entonces en que podría diseñar yo misma la plantilla, pero mis habilidades de dibujo en computadora se limitaban al dibujo arquitectónico y no quisiera que mi blog se limitara a eso. Decidí entonces aprender a usar Photoshop e Illustrator, al principio con unas clases particulares con Yanis que recibió clases, luego con tutoriales en línea y hasta me metí al curso de Photoshop básico del Infop. Pero no llega la inspiración, no me queda el tiempo y me pregunto si vale la pena.

Desde que empezó este año he tenido el blog abandonado como nunca antes. Siempre he tenido períodos muy prolíficos intercalados con silencios producto de las ocupaciones diarias pero este año, por primera vez en siete años, he antepuesto la vida a la escritura. Lo peor no es que la vida haya alcanzado un estatus de emoción perpetua, sino todo lo contrario: he perfeccionado mi capacidad de hacer malabarismo con un montón de trivialidades, ninguna de ellas trascendental, muy pocas siquiera novedosas. Tal vez es justamente esa monotonía la que me hizo alejarme del blog ya que me descubrí destilando veneno en él más que de costumbre. Y es que he aprendido por las malas que este desahogo en línea puede tener consecuencias muy serias cuando implican a otras personas, pero incluso cuando sólo tienen que ver conmigo por eso de que supuestamente hay que tener una imagen irreprochable, no hay que contarle nada a nadie y hay que fingir que se está viviendo la vida que uno siempre soñó tener.

Gracias a este blog conocí nuevas personas, unas que se quedaron para siempre, otras que no duraron mucho, conseguí trabajos, se me dio la oportunidad de viajar y pude dejar un registro de muchas cosas que viví que no hubieran sobrevivido mi pobre capacidad de retención. En la lista de bloggeros exitosos yo estoy un peldaño más arriba de aquel que publica un post por año que alguien encuentra por casualidad en Google, pero estoy a años luz de las personas que son capaces de vivir sólo de publicar. No fue tampoco esa mi intención al crear el blog y de hecho cada oportunidad, hasta cada comentario fue recibido con un gran sentimiento de sorpresa porque cada post era lanzado al vacío sin saber que se podía recibir algo a cambio. Lo que siempre me interesó fue el acto creador, era estar perpetuamente en búsqueda de nuevos temas, nuevas frases, nuevas experiencias que contar. El blog me hacía feliz porque me permitía expresarme, algo que empecé a los diez años escribiéndole cartas a mi mamá, después un diario a una antigua amiga, luego un diario personal por muchos años para culminar en un espacio vacío que pretende estar lleno de gente. Cada día que no escribía me sentía culpable por que este blog se convirtió en el trabajo más importante que podría tener, el de construir un mundo interno y no dedicarle tiempo era traicionarme, era anteponer obligaciones pasajeras a la misión de una vida.

Traté de reorientar el blog y convertirlo en crónicas impersonales de viaje, recetario de cocina, espacio de crítica literaria, catálogo de museos, pero todo me terminaba aburriendo. Al final esos son episodios pero no podrían convertirse en el hilo conductor de este espacio. ¿Y cuál es el hilo conductor entonces? ¿Tiene este blog un tema, un propósito, entra en alguna categoría? ¿Debería de pensar en estas cosas? Porque entrar a ese esquema mental implica considerar el mercado al que está dirigido y el tipo de lector que quiero atraer y yo no quiero hacer de mi blog un producto. Mi blog comenzó siendo sobre mi vida y lo que me gustaba o no de ella y no veo porque eso debería de cambiar. No veo qué de malo tiene quejarme aquí del mundo de los adultos, de las condiciones laborales del país, de cómo a veces atravieso un túnel que no da señales que tendrá fin. Honestamente, si eso va a espantar a empleadores, potenciales novios o a familiares alejados, que así sea. Este blog siempre ha sido mi dictadura y no le debo explicaciones a nadie por lo que reivindico mi derecho a quejarme, lloriquear, sentir lástima de mí misma o a dejar dicho cualquier cosa negativa que me cruce por la cabeza. Todo esto es pasajero y las malas rachas también por lo que espero encontrar cosas buenas que decir de vez en cuando. Pero no va a ser el miedo a ser pesimista el que me va a mantener alejada de mi página personal.

Y tal vez algún día cambie la plantilla de una vez por todas.

Some months ago I wanted to change the blog’s layout. It occurred to me that I could hire a very nice illustrator who works in Honduras but at the time I had no job and my savings were being held hostage at a French bank account from which they could not escape due to the lousy Honduran banking system, so I had no way of paying him. Therefore I thought I could design the layout by myself but my computer drawing abilities were limited to architectural drawings and I didn’t want my blog to be limited to that. I decided to learn to use Photoshop and Illustrator, at first with private lessons with Yanis who actually took a course on that, then with online tutorials and I even did the basic Photoshop online course by the Infop. But the inspiration didn’t come, I don’t have any free time and I wonder if it’s worth it.

Since the beginning of this year I abandoned the blog like never before. I’ve always had very prolific periods as well as some silences as a result of daily occupations but this year, for the first time in seven years, I’ve put life before writing. The worst part is that life hasn’t attained a perpetual excitement status but on the contrary, I’ve perfected my ability to juggle a whole bunch of trivialities, none of them transcendent, few of them new at all. Maybe it’s this monotony that kept me away from the blog since I discovered myself being more poisonous than the usual. After all, I have learned the bad way that this online venting can have serious consequences when they involve other people, but also when they pertain only to me, because you supposedly have to keep an impeccable image to others, you should never tell anyone anything and you should always make believe that you’re living the life you always dreamed of having.

Thanks to this blog I met new people, some that have stayed forever, others that didn’t last long, I got jobs, I got to travel and I could leave a record of a lot of stuff I lived that otherwise wouldn’t have survived my poor memory. On the list of successful bloggers I’m a step ahead from those who publish a post once a year that can be randomly found on Google, but I’m light years from those who are able to live just by posting. That wasn’t my intention when creating the blog and in fact, each opportunity, every single comment was received with surprise since each text was launched into the void without knowing you could get something in return. What always interested me was the creative act; it was the fact of being constantly on the lookout for new subjects, new sentences, and new experiences to tell. The blog made me happy because it allowed me to express myself, something I started when I was ten years old and used to write letters to my mother, then a diary to an old friend, followed by a journal for many years in order to peak in an empty space supposedly filled with a lot of people. Each day I didn’t write I felt guilty because this blog turned into the most important job of all, the one of creating an inner world and to not give time to it was to betray myself, it meant putting up temporary obligations ahead of a life’s mission.

I tried reorienting the blog and fill it with detached travel chronicles, cooking recipes, literary criticism, museums catalog, but it all ended up boring me. In the end, those are episodes but they can’t be this space’s main narrative thread. And what is the main narrative thread then? Does this blog have a theme, a purpose, does it fit any category? Should I even think about this stuff? Because entering this mental scheme implies considering the market it should be aimed at and the kind of reader I want and I don’t want to turn my blog into a product. My blog started as a space to talk about my life and the things I liked and didn’t like about it and I don’t see why this should change. I don’t see why it’s bad to complain here about adult life, about the country’s work conditions, about how I seem to go through a tunnel that shows no signs of ending. Honestly, if this is going to keep employers, potential boyfriends or estranged family members away, so be it. This blog has always been my dictatorship and I don’t owe any explanations to anyone so I reclaim my right to complain, to whine, to feel pity for myself or to say anything negative that crosses my mind. Everything is temporary and bad streaks as well so I hope to find something good to say once in a while. But it’s not the fear of being pessimist that will continue to keep me away from my personal site.

And maybe one day I’ll change the layout once and for all.