Una de mis clases este extraño y pesado semestre se llama “El uso del color en la Antigüedad” y trata sobre el casi inexplorado tema del color en la arquitectura, escultura, pintura y mosaicos en las Grecia y Roma antiguas. Además de romper con el mito que el arte grecorromano era blanco, una concepción heredada del siglo XIX donde se llegaba incluso a “limpiar” las esculturas y los templos de los restos de color que podían tener, la clase pretende mostrar cómo y por qué se ha dejado de lado este tema en la historiografía tradicional. Por lo que hemos aprendido durante los últimos tres meses era de esperarse. Es un tema complejo ya que no queda prácticamente nada de obras pictóricas de la antigua Grecia y sólo nos podemos guiar por los textos de la época, que están lejos de ser redactados por expertos y que son profundamente subjetivos.

Para la clase tenemos que leer un artículo y escribir un comentario crítico al respecto y entre una gama de opciones elegí uno hecho por Michel Pastoureau porque si hay alguien con la sensibilidad y el buen humor para escribir sobre los cerdos o las rayas, ha de escribir muy bien sobre cualquier otra cosa. Su artículo se llama “El color y el historiador”, porque resulta que Pastoureau no sólo se interesa en la historia de los animales, sino que a través de sus estudios sobre la heráldica medieval llegó casi inevitablemente a cuestionarse sobre el color, un tema sobre el cual ha publicado abundantes libros y artículos. En este en específico explica cuáles son las dificultades que enfrenta un historiador cuando quiere tratar este tema y trata de advertirle sobre algunas trampas o errores de metodología que pueda cometer. En resumen, el tema es tan espinoso y difiere tanto según la cultura y la época que se debe abordar con mucho orden y cuidado. Es por eso que hoy he decidido detenerme en el uso del color en la música contemporánea, un tema en el que podría contarme entre las expertas más versadas ya que vivo en la época contemporánea, comprendo el imaginario y el universo mental del hombre de esta época y no podría considerarse un error proyectar mis conceptos y definiciones de mi cultura porque para descifrarla, ya que justamente eso se requiere.

Como buena historiadora en potencia he investigado arduamente el tema, recordando en esta gran enciclopedia que tengo por cerebro todas las canciones que en su título incluyen un color y de las cuales tengo algo que decir. Los ejemplos que siguen a continuación no pretenden ser un inventario de todas las que existen, pero sí una selección meticulosa y de buen gusto que reflejan mi erudición como connoisseure de la cultura pop y porque este blog cumple con ciertos estándares de calidad que no estoy en posición de ignorar.

Comencemos entonces con el color más fácil de todos, el negro, un color tan popular y tan bueno para adelgazar la figura y combinar con todo que hasta Pastoureau le dedicó un libro muy grande y pesado que acabo de alquilar. La primera canción que se me vino a la mente es “Black hole sun”, una canción tan magnífica como atractivo es Chris Cornell, pero ya que estamos en esa época del grunge, años 90 y hombres peludos y guapos, tengo que elegir entre todos a Eddie-debiste-haberte-casado-conmigo-Vedder con “Black”, extraída del primer disco de Pearl Jam, “Ten”. Esta canción inusualmente sensible fue la que me hizo entender que el negro puede el hilo conductor de una mala canción de un grupo australiano de viejos que todavía se visten como colegiales, o el lamento refinado por el amor perdido de un ermitaño en Seattle. Ustedes sabrán elegir.

Corriendo el riesgo de hacerles creer que los estándares de calidad que mencioné previamente son muy bajos, hago mención de “Blue”, esta canción ineludible de 1999 que se encuentra aquí por pura nostalgia. Resulta que en esa época me llevaba muy bien con una chica que tuvo unos cuantos períodos extraños en cuanto a gustos musicales se refiere. Cuando la conocí era la fanática número uno de las Spice girls, una adicción que yo compartía, pero a mí me hacía falta el cuarto literalmente forrado de posters de todas las integrantes que ella sí tenía y que yo le envidiaba. Luego la introduje a Third Eye Blind y se enamoró del grupo, algo completamente esperado y natural, pero después regresó de unas vacaciones en Europa y vino con este disco y esta canción espantosa. Sentí que todo mis intentos por educarla se habían esfumado en un segundo, o mejor dicho en tres minutos y cuarenta segundos. La canción es horrible, pero ¿qué otra canción podría representar la obsesión de la cultura occidental con este color? Pastoureau menciona encuestas que afirman que este color como el preferido de los europeos, los brasileños, los argentinos y los chilenos pero en otros países de América Latina tenemos mejor gusto: en Perú se prefiere el rojo, en Colombia el amarillo y en Honduras el rosado (este último dato obtenido a partir de una encuesta realizada a los autores del presente blog). Así que esta canción está aquí para mostrar mi objetivismo y espíritu científico.

“Red, red, red” es una de mis canciones favoritas de Fiona Apple, de su tercer disco “Extraordinary machine”. Ese disco se centra alrededor de una ruptura amorosa y casi que ilustra las etapas tradicionales del duelo: negación (“Not about love”), ira (“Window”), negociación (“Get him back”), depresión (“Parting gift”) y aceptación (“Waltz”). “Red…” es una canción muy conmovedora porque el estilo de Fiona es generalmente muy rebuscado y casi snob, sobre todo en cuanto a vocabulario se refiere, pero esta canción es directa y sin adornos. Se pregunta claramente sobre qué fue lo que salió mal y qué pudo haber hecho ella para que todo fuera diferente. Y lo único que se imagina es el color rojo. Entiendo perfectamente de lo que habla.

Continuando con las anécdotas personales inapropiadas, una vez cierto chico me envió por correo la canción “Sweat” de Inner circle (que menciona unos “big brown eyes”), diciéndome que cuando la escuchó, la canción lo hizo pensar en mí. No quiero sonar insoportable, pero de todas las señales que estaba recibiendo en ese momento esa fue la que me dijo que ese chavo no tenía ninguna remota idea de quién era yo y ese fue el fin de la historia. Así que para mi canción que ilustra el color marrón mejor voy a quedarme con “Brown sugar” de los Rolling stones, que no habla de la azúcar de caña sin tratamiento industrial, como inocentemente creía en mi tierna infancia.

Cuando pensé en verde pensé en “Green eyes” de Coldplay, algo irónico tomando en cuenta que el mayor éxito que tuvieron de ese mismo disco fue “Yellow”, demostrando una vez más que las canciones que menos me gustan de los discos son los sencillos. Esta canción es la única por la que me hubiera gustado cambiar el color de mis ojos, esta y “Guinnevere” de Crosby, Stills and Nash. Pero bueno, prefiero que no se me puedan ver las pupilas.

Y para el amarillo termino con una excelente canción de los Beatles: “Yellow submarine”, para la cual sólo me imagino a Mafalda bailando en su salón con la música a todo volumen. Esta canción me hace muy feliz y nadie la puede superar.

Espero que este pequeño estudio cromático aplicado a la música de nuestra época haya sido tan informativo como entretenido y haber demostrado las aplicaciones de la metodología en historia antigua y medieval en nuestra época contemporánea ¿Quién dijo que la historia del arte no sirve para nada en la vida real?


One of my classes of this strange and burdensome semester is called “The use of color in Antiquity” and it deals on the almost unexplored topic of color in architecture, sculpture, paint and mosaics from the ancient Greece and Rome. Additionally to breaking free from the myth that the Greco-Roman art was white, an idea inherited from the XIXth century where it even came to the lengths of “cleaning” sculptures and temples from their remains of colorings, the class intends to show how and why has this issue been cast away from traditional historiography. For what we’ve learned in these last three months, it’s obvious. It’s a complex topic, for there are barely any remaining works from ancient Greece, and we can only have an idea based on the texts of that time, which are far away from being written by experts and are extremely subjective.

For the class we have to read an article and write a critical essay regarding it, and between a palette of options I decided to go with one written by Michel Pastoureau, because if there is someone with the sensibility and humor to write about pigs and stripes, he must write extremely well any other thing. His article is named “The Color and the Historian”, because it turns out that Pastoureau is not only interested in the history of animals, but through his studies on medieval heraldry he inevitably came upon to question color itself, a topic on which he has written plenty books and articles. In this specific one, he explains the difficulties a historian will face when dealing with such a topic, and tries to warn him about certain tramps or mistakes in the methodology that could occur. Long story short, the topic is painful and differs so much according to its culture and time that it must be dealt with extreme order and care. This is why today I’ve decided to ponder on the use of color in contemporary music, a topic in which I could consider myself amongst the greatest experts mostly that I live in the contemporary times, I understand the imaginary and mental universe of men in this time, and it couldn’t be considered a mistake to project my concepts and definitions of my culture to decipher it, because that’s exactly what’s needed.

As a great aspiring historian I’ve researched tirelessly the topic, going through this vast encyclopedia that I have as a brain all the songs that include color in their titles and of which I have something to talk about. The following examples are not intended as an inventory of all the ones that exist, but more an exhaustive and exquisite selection that reflect my erudition as connoisseur of pop culture, and because this blog must maintain certain quality standards that I must enforce.

Let us begin then, with the easiest of all colors, black. A color so popular and great for slenderizing the figure and combining with anything that even Pastoureau dedicated a very big and heavy book that I just rented. The first song that comes to mind is “Black hole sun”, a song as magnificent as attractive Chris Cornell is, and since we’re in that grunge time, 90’s, hairy gorgeous guys, I must choose among all of them Eddie-you-sould’ve-married-me-Vedder with “Black”, from PearlJam’s first album “Ten”. This unusually sensitive song was that the one that made me realize that black can be the thread of a terrible song of an Australian group that still dresses as college boys, or the refined lament for a lost love of a hermit from Seattle. Make your choice.

Making you guys believe that the quality standards that I mentioned before are really low, I shall mention “Blue”, unavoidable song from 1999 that present by pure nostalgia. It turns out that on that time I hanged a lot with a girl that had some weird periods regarding musical taste. When I met her, she was SpiceGirl’s #1 fan, an addiction that I shared, but I lacked the room literally covered with posters from all the members that she had and I envied. Later on, I introduced her to Third Eye Blind, and she fell in love with the band, something unexpected but natural, but after some vacations from Europe she came back with this terrible album and song. I felt as all my attempts to educate her had vanished in a second, o better stated in three minutes and forty seconds. The song is terrible, but what other song could represent western civilization with this color? Pastoureau mentions polls that show this color as the favorite among Europeans, Brazilians, Argentinians and Chileans, but in other Latin American countries we have better taste: in Peru the red is favorite, in Colombia is yellow, and in Honduras is pink (this last data from a poll taken on the authors of this blog). So this song is here to show my objectivism and scientific spirit.

“Red, red, red” is one of my favorite songs by Fiona Apple, from her third album “Extraordinary machine”. This album revolves around a romantic break up and almost illustrates the traditional stages of grief: negation (“Not about love”), wrath (“Window”), negation (“Get him back”), depression (“Parting gift”), and acceptance (“Waltz”). “Red…” is a very moving song because Fiona’s style is generally elaborate and almost snob, mostly when it comes to vocabulary, but this song is straight forward and without ornaments. She openly asks what went wrong and what could’ve been done better so that everything were different. And the only thing she can imagine is the color red. I understand exactly what she’s talking about.

Following some more inappropriate anecdotes, a guy sent me an email with the song “Sweat” by Inner Circle (that mentions some “big brown eyes”), saying that when he heard it, the song made him think of me. I don’t want to sound obnoxious, but of all the signs I was receiving at that time that was the one that pointed out that this guy had no idea of who I was and that was the end of it. So for my song depicting the brown color, I’ll prefer Rolling Stones’ “Brown sugar”, which by the way does not talk about sugar extracted from the cane without industrial treatment, as I innocently thought in my child years.

When I thought in green, I thought in Coldplay’s “Green eyes”, something ironic considering that their greatest hit from that same disc was “Yellow”, showing once again that the songs that I like the least are from the singles. This song is the only one for which I would’ve liked to have changed my eye color, this one and “Guinnevere” by Crosby, Stills and Nash. But, I prefer that my pupils can’t be seen.

And to close with yellow, I chose an excellent song from the Beatles: “Yellow Submarine”, for which I can only picture Mafalda dancing in her room with the music on the highest volume. This song simply makes me happy and nothing can surpass it.

I sincerely hope that this small chromatic study applied to music from our time has been as informative as entertaining, and has shown the applications of the methodology of ancient and medieval history in our times. Who said that art history is worthless in real life?

DSC09478Cuando regresé de Taiwán me entró una fiebre por intentar recrear el magnífico Bubble tea al que tanto me malacostumbré durante las vacaciones. Pasé una tarde entera buscando recetas por internet para hacerlo en casa. De link en link llegué a este blog de cocina en el que tres hermanas comparten sus recetas y restaurantes favoritos, con unas adorables ilustraciones que inspiran hasta la persona más perezosa del mundo –yo-, a preparar algo de comer.

Continué leyendo su blog y hace unas semanas supe que publicaron su primer libro llamado “Recetas de las tres hermanas para jóvenes arruinados y golosos”. ¿Existe una mejor descripción para este periodo glorioso que es la vida estudiantil? Y si le agregamos el bonus que viene abundantemente ilustrado, creo que este libro va a reemplazar definitivamente nuestro recetario predecesor: “Las recetas de mamá para estudiantes y otros solteros”.

Financieramente no fue una buena idea recibir el libro antes de ir al supermercado. Hay tantas buenas recetas por hacer que gastamos mucho dinero porque quiero hacerlas todas de un solo. La primera en mi lista: el quiche “anti-dietético”.

When I came back from Taiwan I had this urge to try to recreate the delicious Bubble tea I’ve came to love during my vacations. I spent a whole afternoon looking for recipes on the internet so I could prepare it at home. Jumping from link to link I came to this cooking blog in which three sisters share their favorite recipes and restaurants, with lovely drawings that inspire even the laziest person in the world –me-, to try to cook something.

I kept on reading their blog and a few weeks ago I learned that they published their first book called “Recipes from the three sisters for broke and sweet-toothed young people”. Is there a better description of this glorious time that is student life? And if we take into account the fact that the book comes heavily illustrated, I think this book is going to replace our previous one: “Mom’s recipes for students and other bachelors”.

Financially it was not a good idea to get the book before going to the supermarket. There are so many recipes to do that we spent a lot of money because I want to make them all at once. The first one on my list: the anti-diet quiche. DSC09481Me gustó mucho que propusieran una receta para la masa del quiche, algo que se puede comprar por 75 centavos en el supermercado, pero que no se puede condimentar al gusto ni tiene la misma cantidad de amor invertida en ella.

Para hacerla se necesitan: 200 gramos de harina (o dos botecitos y medio de yogurt! Me encanta esta medida de peso!), 100 gramos de mantequilla en barra, una cucharadita de ajo en polvo, una cucharadita de romero, media cucharadita de sal y cinco cucharadas de agua.

I loved that they have their own recipe for the dough, something you can buy for 75 cents on the supermarket, but you cannot spice the way you want or has the same amount of love invested in it.

In order to prepare it you need: 200 g of flour (or two and a half yogurt cups. I love this weight measure!), 100 g of butter, a teaspoon of garlic powder, a teaspoon of rosemary, half a teaspoon of salt and five tablespoons of water. DSC09484Aquí es donde las condiciones particulares de nuestra vida estudiantil entran en juego. Para empezar, no tengo ajo en polvo porque no creo que pueda reemplazar el verdadero ajo, así que puse dos dientes finamente picados. Tampoco tenía suficiente mantequilla y puse la que tenía en la casa que no tengo idea de cuánto era. Para colmo de males puse mucha más agua de la que dice la receta, pero todos saben que la cocina es algo más de instinto que de seguir instrucciones, no es así? (Se dice a sí misma la persona que no tiene instintos culinarios porque no tiene experiencia.)

Se mezclan todos los ingredientes secos primero y luego se incorpora con las manos la mantequilla; para terminar se agrega el agua.

Here is where the particular conditions of our student life come into play. For starters, I don’t have any garlic powder because I don’t think it can replace real garlic, so I put two smashed cloves. I didn’t have enough butter as well, so I used what we had left on our house and I have no idea how much it was. To make it even worse I put much more water than the recipe stated, but everyone knows that cooking is more instinct than following instructions, right? (Says to herself the person who doesn’t have any culinary instincts because she doesn’t have any experience.)

Mix all the dry ingredients first and then mix with your hands the butter; then add the water.DSC09485Se debe obtener una masa uniforme que debe reposar media hora en la refrigeradora.

The dough must be uniform. Leave it in your fridge for half an hour.DSC09489Luego se coloca la masa en el molde –preparado con mantequilla y harina en la receta original, con aceite de oliva y harina en la vida real- en pequeños bultos que luego se distribuyen uniformemente en el molde.

Put the dough on the pan –prepared with butter and flour according to the recipe, with olive oil and flour in real life- in little lumps that must be distributed on the pan. DSC09490Se pica la masa con un tenedor para que no se infle cuando se meta en el horno precalentado, que debe ser por 20 minutos a 180°C.

To prevent the dough from inflating, sting it with a fork before putting it into a preheat oven for 20 minutes at 180°C. DSC09493Luego se comienza a preparar el relleno del quiche. Para esto se necesitan cinco huevos (sólo usé cuatro. Es cierto que el quiche es anti-dietético, pero no es para tanto), tocino, mozzarella, 150 ml de crema líquida, tomates pequeños, hierbas de Provence y nuez moscada.

For the filling you need five eggs (I used only four. Granted, the quiche may be anti-diet, but five it’s too much), bacon, mozzarella, 150 ml of liquid cream, little tomatoes, Provence herbs and nutmeg. DSC09497Se mezclan los huevos y las especias con la crema líquida.

Mix the eggs and spices with the liquid cream. DSC09498Se sofríe el tocino y se pone en un plato con una servilleta para que bote la grasa.

Fry the bacon and put it on a plate with a napkin to take away the excess fat. DSC09501Y se empiezan a colocar los ingredientes. En el fondo del quiche se coloca el tocino y encima de él la mozzarella.

And start adding the ingredients. In the bottom of the quiche put the bacon and on top of it the mozzarella. DSC09504Tuve que permitirme otra licencia creativa agregando parmigiano regiano que la hermana de Eleonora trajo de Italia y que tenemos como misión de terminar este fin de semana. Es exquisito.

I had to allow myself another creative license when I added some of the parmigiano regiano that Eleonora’s sister brought from Italy and that we have to finish this weekend. It’s exquisite. DSC09505Aquí me equivoqué y puse los tomates antes de la mezcla líquida.

Here I mistakenly put the tomatoes before the liquid filling. DSC09507Y se coloca en el horno por 40 minutos a 180°C.

And put it in the oven for 40 minutes at 180°C. DSC09510He aquí el resultado final.

Here’s the end result. DSC09513Sobra decir que fue todo un éxito y que sólo esta receta justifica la compra del libro. Me encantó el quiche y me muero por probar los otros platos.

Needless to say, it was a huge success and this recipe alone justifies buying the book. I loved the quiche and I’m dying to try the other dishes. DSC09517

Cierta campaña publicitaria de una cerveza proclama que el 19 de noviembre debería de celebrarse el día oficial del Hombre. Cuando leí esto me dije que sería interesante dedicarles un post, para equilibrar mi intento de celebración del día de la mujer. Es por eso que he pasado varios días pensando en qué es lo que me gusta de los hombres, qué los hace tan especiales y por qué son un mal necesario en este planeta. Rápidamente me di cuenta que soy una ardiente defensora de las mujeres –con una enfermiza adicción a las cosas de color rosado, lo reconozco-, pero cuando lo pienso bien creo que mi feminismo funciona sólo en teoría. En la vida real me relaciono mejor con los hombres, cuantitativamente tengo más amigos masculinos que mujeres y me siento más cómoda con ellos hasta para trabajar. Creo que nada puede superar la manera en que son directos, fáciles de entender y explícitos en sus intenciones.

Los hombres no tienen problemas para relacionarse con el mundo así como tampoco lo tienen con su cuerpo, no encuentran dificultades para estar en sintonía con él. Y no es de extrañarse: el cuerpo de una mujer es tan doloroso, sangriento, difícil de mantener y de satisfacer que es normal que queramos refugiarnos en las emociones, pensamientos, sentimientos y en toda esa plétora de basura abstracta que no existe y no sirve para nada pero por lo menos nos aleja de la dimensión física, del reino del sufrimiento y de la eterna tortura.

Todo es tan fácil con ellos. Según cierto libro que enseña a las mujeres a ser “brillantes”, la forma para seducir a un hombre se resume en enseñarle algo de piel, tocarlo y prestarle atención. ¿Alguien más se da cuenta de lo maravilloso que es este fenómeno? Para que yo siquiera considere entablar una conversación de más de media hora con un tipo tiene que tener buen gusto en música, haber leído más de tres libros en su vida, conocer los límites geográficos de América Central... son tantas exigencias que sólo pueden ser olvidadas si el tipo en cuestión es exageradamente atractivo, al punto de no necesitar pensar en lo absoluto, algo que ocurre con menos frecuencia de lo que uno podría desear.

Pues, me he dado cuenta que mi relación con los hombres ha cambiado con el tiempo. He aprendido a no tenerles miedo, no necesito que me protejan, no les tengo asco y tampoco necesito que me traten con guantes de seda. Finalmente puedo disfrutarlos por lo que son, sin querer cambiarlos. Son unas bestias, brutos, salvajes, neandertales, sólo quieren una cosa de las mujeres, en fin, son unos animales y que Dios los bendiga por eso. Son unas vacaciones del intelecto, de las complicaciones de haber nacido socialmente inferior y hay que reconocerlo, huelen muy bien. A pesar de todo debo confesar que no me gustaría ser uno. Yo asumo con orgullo y hasta con algo de felicidad las cargas que son mi cuerpo, mi sensibilidad y hasta mi sangre, pero me alegra saber que existe un refugio donde puedo olvidarme de todo eso. Así que, feliz día hombres, merecen no sólo oficializar un feriado en su honor, sino también dirigir una civilización, imponer las reglas que van a regir nuestra existencia en este planeta. Como si acaso ese no fuera el mundo en el que vivimos. Malditos bastardos.

A certain advertising campaign from a beer brand wants to promote November 19th as the day we should celebrate Men’s official holiday. When I read this I said to myself that it would be interesting to dedicate to them a post, so as to balance my attempt at celebrating Women’s day. That is why I have spent many days thinking about what I like about men, what makes them so special and why they are a necessary evil in this planet. I quickly realized I am an ardent defender of women –with an exaggerate addiction to all things pink, I’m aware-, but when I think about it thoroughly I think my feminism works only in theory. In real life I relate better to men, I have more male friends than women and I feel more comfortable around them even for work matters. I think nothing can overcome how upfront they are, easy to understand and explicit in their intentions.

Men have no difficulty relating to the world as well as relating to their body, they find no difficulty in getting in tune with it. It’s no wonder: a woman’s body is so painful, bloody, difficult to maintain and to satisfy, it’s only normal we’d rather turn to emotions, thoughts, feelings and all of that plethora of abstract crap that does not exist and is completely useless but at least keeps us away from the physical dimension, the reign of suffering and eternal torture.

Everything is so easy with them. According to a certain book that teaches women to be “brilliant”, they way to seduce a man can be summed up in showing a little skin, touching him and pay attention to him. Does anyone else realize how wonderful this is? For me to even consider engaging in a conversation of more than half an hour with a guy he has to have good taste in music, have read more than three books in his lifetime and he has to know the geographical limits of Central America… so many requirements that can only be tossed aside if the guy in question is incredibly handsome, to the point of not even having to think at all, something that occurs less frequently that I could hope for.

Well, I have realized that my relationship with men has changed with time. I have learned to not be afraid of them, I don’t need them to protect me, I am not grossed out by them and I don’t need them to treat me with silk gloves. I can finally enjoy them for what they are, without wanting them to change. They are beasts, brutes, savages, Neanderthals, they only want one thing from women; anyway, they are animals and God bless them for that. They are a vacation from the intellect, from all of the complications of having been born socially inferior and I have to admit, they smell really good. But, in spite of everything, I wouldn’t want to be one. I assume with pride and a certain joy the burden my body, my sensitivity and even my blood represent, but I’m happy to know there is a sanctuary where I can forget about all of it. So, have a nice day men, you deserve not only to have your own holiday, but also to run a civilization, to impose the rules that dictate our existence in this planet. As if this wasn’t the world we live in. Damn you bastards.

Ayer salí de clases a las seis y media de la tarde. Fui a buscar mi bicicleta, que está estrenando nueva rueda de adelante luego de sufrir un doloroso y costoso robo frente a mi residencia y como ya estaba oscuro traté de colocar en su lugar la dínamo para que funcione la lámpara que tiene. El señor del taller me explicó cómo hacer eso, pero desde luego, ya en situación, yo era incapaz de seguir sus instrucciones. Luego de quince vergonzosos minutos en los que estuve hincada rogándole a mi bicicleta que obedeciera, me resigné a irme sin iluminación cuando, por supuesto, empezó a llover. Así que al espectáculo patético que represento siempre que ando en bicicleta, ahora había que agregarle oscuridad y lluvia. Y no quiero ni imaginar cómo he de verme normalmente en bicicleta. Decidí empezar a usarla cuando el tranvía se volvió una pesadilla, es decir, desde que empezaron las clases, porque siempre hay que estar esperando diez o más minutos para que llegue uno y cuando finalmente aparece está repleto de gente. Pero también para ver si el aura de elegancia y nonchalance que rodea a varias chavas que son capaces de andar en bicicleta, con vestido y tacones, podía por alguna casualidad transmitirse al tratar de imitarlas. Resulta que no: siempre llego a mi destino sin aliento y empapada de sudor y más de alguna vez me toca bajarme y cargarla porque las cuestas son muy empinadas. Pues en mi trayecto de regreso a casa venía pensando que ese estaba lejos de ser mi único momento en el que me convierto en el “completo opuesto a un arma letal de seducción”. Si soy honesta diría que ese sería el título de mi autobiografía; si soy un poco más piadosa esta es una lista abreviada.

Todos los que me conocen sabe que soy particularmente torpe a la hora de comer y sobre todo cuando se trata de comer con las manos. Ríos de salsa y aceite recorren mis brazos cuando vamos a restaurantes de hamburguesas y pareciera que ignoro la existencia de las servilletas. En realidad odio el desperdicio, y más aún el de salsas deliciosas. Así que me auto-prohíbo ir a comer hamburguesas, o tacos o enchiladas en citas o con colegas de trabajo. Esta es una ocasión reservada sólo para gente de mucha confianza… y para los pobres zoquetes que fueron al restaurante y pueden ver el espectáculo.

También en el área gastronómica, últimamente por cuestiones de horario, ahora me toca comer en el trayecto entre la oficina y la universidad. Esto implica andar por la calle o apretujada en el tranvía tratando de masticar mi sándwich de pollo con mostaza de manera que se vea mínimamente refinado. Es imposible. Aparte de la falta de modales por comer frente a otras personas, cuando estoy en los transportes públicos esto significa que voy a tener que tratar de balancear comer y permanecer de pie mientras el conductor juega a “¿Cuántas personas se van a tropezar con el próximo frenazo?”. Considero la faena todo un éxito si llego a mi destino sin salsa en mi ropa o sin embardunarla en las barras de las cabinas.

Pero cuando se trata de comida nada supera su ausencia: cuando tengo hambre. No sé muy bien porqué pero desde que llegué a Francia mi cuerpo ha adquirido una forma no muy discreta de hacerme saber que es hora de alimentarlo: una sinfonía en surround sound de ruidos estomacales capaces de ser percibidos a varios kilómetros de distancia. Por definición es horrible y vergonzoso, pero aquí hay que agregarle el hecho que los franceses hablan súper bajito y en clases, aún con el profesor hablando, se puede escuchar la caída de un alfiler. He probado de todo, desde llevar una botella con agua hasta chicles para engañar a mi estómago, pero la situación llegó a un punto que tuve que imponer medidas drásticas, como no salir de mi casa a ninguna parte sin haber comido algo. Funciona por unas cuantas horas.

Definitivamente, mi cuerpo y yo somos entidades distintas unidas por necesidad. Y como todo buen prisionero, este aprovecha para vengarse en cuanto se le presenta la ocasión. No importa cuánto café haya tomado, cuánta energía haya tenido durante el día, cuando empieza una conferencia en un auditorio con aire acondicionado, automáticamente se activa mi ciclo de sueño. Esto es algo desastroso y recurrente: cada viernes por la noche en las conferencias de los Amigos de los Museos y cada semana en una clase que dura apenas dos horas pero se siente como de diez. En los Amigos de los Museos no es tan grave si nos guiamos por el contexto, después de todo estoy rodeada por un montón de gente mayor que no sólo duerme también sino que además roncan, pero en clases es lo peor ya que generalmente somos cinco personas o menos. Estoy segura que la semana pasada que el profesor habló de “esa señorita en la segunda fila que se está durmiendo” se refería a mí, así que hoy me tomé tres tazas de café antes de llegar y una a la mitad de la clase y puedo decir que apenas sobreviví. Ahora tengo que desintoxicarme de tanta cafeína.

Y el último en la lista, pero no en la vida real, de mis grandes momentos de gracia y distinción es cuando ahora uso tacones. Hace un año y unos cuantos meses todavía era capaz de usar zapatos altos todos los días por varias horas seguidas con una naturalidad que dejaría atónita a Sofía Vergara. De hecho, me dolían los pies al usar tennis para ir al gimnasio (también tenía dolores agudos de espalda todo el tiempo pero no encuentro la relación entre estos dos hechos) pero sólo llegué aquí y me hice alérgica a los tacones. Eso ocurre cuando deja de funcionar el tranvía y te toca caminar por una hora en la madrugada, bajo el frío, para regresar a tu casa después de bailar toda la noche. Estuve a punto de tirar a la basura las estúpidas botas esas. Pues el otro día no sólo me puse vestido sino que también los zapatos negros de tacón fino que usaba en el trabajo los días que andaba de buen humor y me sentía en un episodio de “The Hills”. Parecía un pato aprendiendo a andar, tropezándome en todas partes. Afortunadamente llevé unas bailarinas en mi cartera, porque me he dado cuenta que esa es la única solución a la torpeza permanente: los planes de contingencia.


Yesterday I finished classes at six thirty in the afternoon. I looked for my bike which is sporting its new front wheel after suffering a painful and costly theft in front of my residence and since it was dark already I tried putting the dynamo in its place so as to use its lamp. The man at the workshop explained to me how to do that, but of course, when it came down to it, I was unable to follow his instructions. After kneeling down for fifteen embarrassing minutes, begging my bike to obey, I resigned to the fact that I would have to leave with no light on, when naturally it began to rain. So not only did I give my usual pathetic biking show but now it included darkness and rain. And I don’t even want to imagine how I must look riding my bike. I decided to use it when the tramway became a nightmare, ever since classes started, because you always have to wait for ten minutes or more for one of them to come and when they finally show up they are always full. But I also wanted to see if the aura of elegance and nonchalance that surround so many girls I’ve seen riding their bikes, even while wearing dresses and high heels, would by any chance permeate to me if I imitated them. Turns out it’s not the case: I always reach my destination breathless and soaked up in sweat and more than once I had to jump out of the bike and carry it when the slopes are too steep. Well, while I was getting home last night I started thinking that this was far from being the only moment in my life when I become the “total opposite of a fatal weapon of seduction”. If I’m honest I would say that that would be the title of my autobiography; if I’m a little more compassionate this is the abridged list.

Everyone I hang out with knows that I’m particularly clumsy when I eat, especially with my hands. Rivers of sauce and oil run through my arms when I eat hamburgers and it seems I am unaware of the existence of napkins. In reality, I hate waste, especially that of delicious sauces. So I forbid myself to eat hamburgers, or tacos or enchiladas while on dates or lunches with work-colleagues. This is an occasion reserved for people I really trust… and the poor losers who decided to eat at the same restaurant and can see that performance.

Also in the gastronomical department, lately because of my schedule, I have to eat on the way from the office to school. This means walking down the street or being squashed in the tramway trying to chew my chicken with mustard sandwich in a way that looks at least a little bit refined. It’s impossible. Besides from the lack of manners for eating in front of other people, when I’m in the public transportation this means that I will have to balance eating and remain standing up while the driver plays to “How many people is going to trip down next time I hit the brakes?”. I consider this task successful if I can reach my destination without sauce in my clothes or if I didn’t spread it on the bars of the cabins.

But when it comes to food nothing tops the lack of it: when I’m hungry. I don’t know why but ever since I came to France my body has acquired this not-so-discreet way of telling me it needs to be fed: a symphony in surround sound of stomach noises capable of being heard many miles away. By definition it’s horrible and embarrassing, but you have to add the fact that French people speak really low, so when I’m in class, even when the teacher is talking, you can hear a pin drop. I’ve tried everything, from carrying a water bottle to chewing gum to cheat my stomach, but the situation has reached a point where I had to put into place drastic measures like not leaving my house at all before eating something. It works for a few hours.

Undeniably, my body and I are separate entities united by necessity. And as a good prisoner, it takes advantage of any occasion to take revenge. No matter how much coffee I’ve had, how much energy I’ve had during the day, when there is a conference in a poor-lit room with air conditioning, my sleep cycle gets automatically activated. This is disastrous and recurring: every Friday night in the conferences of the Friends of the Museums and every week at a class that lasts only two hours but feels like ten. At the Friends of the Museums is not that bad if we look at the context, after all I’m surrounded by a lot of older people who not only sleep but even snore, but in classes this is worse because we’re always five people or less. I’m sure that last week when the teacher talked about “that girl who is sleeping in the second row” he was talking about me, so today I had three cups of coffee before getting there and one after the first hour and I can say I barely survived. Now I have to purge a lot of caffeine.

And the last one of my list, but not on real life, of my graceful and distinguished moments is when I wear high heels. A year and a few months ago I was still able to wear high heels every day for many hours straight with such ease and poise that would have left Sofia Vergara speechless. In fact, my feet used to hurt when I wore sneakers to the gym (I also had acute back pains all the time but I don’t see the connection) but I just got here and I became allergic to high heels. This happens when the tramway stops working and you have to walk for an hour in the early morning, in the cold, when coming back home after dancing all night. I was about to throw away those stupid boots. So the other day not only I wore a dress but also the black pumps I used to wear to work when I was in a good mood and felt myself in an episode of “The Hills”. I looked like a duck learning to walk, tripping everywhere. Fortunately I was carrying some flats in my purse because I have learned that that’s the only solution to clumsiness: a back-up plan.

DSC06966Es algo bueno haber tomado muchas fotos durante las vacaciones de verano para tener algo qué mostrar en estas temporadas frías y de trabajo. Así que no se dejen engañar por las imágenes de días soleados, las pieles bronceadas y las ropas cortas: en estos momentos me muero del frío, ¡que alguien repare mi calefacción por el amor de Dios!

En fin, en julio pasé unos cuantos días en Italia, doblemente avergonzada de mi deficiente capacidad cerebral, tanto para poner en práctica un año y medio de cursos de italiano y por no poder recordar gran cosa de mis clases preferidas en la universidad, las de Historia de la Arquitectura por supuesto. No tuve otro remedio que abandonar mi etiqueta de arquitecta, y aún peor, la de estudiante en Historia del arte, para tomar la de turista común y corriente. Ahora, todo lo que sé, lo aprendí en una guía de diez euros comprada en la estación Termini de Milán. No esperen entonces un post erudito sobre este, el anfiteatro de Flavio, nombre original de esta construcción del 72 d.C., que recuerdo únicamente porque tengo un buen amigo que se llama así. Tampoco imaginen que les voy a describir cómo este edificio se llenaba de agua para los combates acuáticos porque la única vez que traté de ver “Gladiador” tuve una de las mejores siestas de mi vida (seguida únicamente por “Batman Begins”), y me imagino que sí la película fue tan famosa y convirtió a Russell Crowe en lo que es, es porque mínimo el Coliseo se llena de agua en alguna batalla naval, ¿verdad? (Actualización: me acaban de informar que no es el caso. ¿Cuál es el ruido por esa película entonces?) Lo único que queda para redimirme entonces, en la penosa eventualidad que mis maestros de la universidad visiten esta trágica página web, es que sí recordaba que las columnas del Coliseo tienen los tres órdenes greco-romanos: en la base las columnas son toscanas, en el segundo nivel son jónicas y en el tercer nivel son corintias.

Podría hablar de la experiencia trascendental que es estar ante este monumento impresionante, en escala y en historia y cómo no hay clases o libros capaces de transmitir la sensación de estar allí. Uno no puede evitar sentirse conmovido por saber que este tipo de cosas existen, pero sobre todo agradecido porque la vida ha dado las suficientes vueltas para tener la oportunidad de verlas con tus propios ojos. Podría explicar también lo curioso que es encontrarse ante estos edificios tan viejos y tan populares y hacerte las mismas preguntas que te haces con respecto a los hombres a los que amas y los que has amado en tu vida: ¿acaso se acuerda de todas las personas que lo vieron crecer, que lo han querido, que se han entregado a él, que se han sacrificado por él? ¿Será capaz de acordarse de mí cuando yo me haya ido? ¿Quedaré grabada en algún rincón de su memoria? ¿Cambiará porque me conoció?

Podría hacer todo eso, pero en realidad, después de dos horas de estar haciendo fila bajo el sol para finalmente pagar mucho dinero para entrar y de tener que circular golpeando a todo mundo porque no hay espacio suficiente para la manada de turistas que lo visitan, la experiencia trascendental se convierte en una especie de “Survivor: Rome”. Sálvese quien pueda, de la insolación y de las personas. Hay que empujar para pasar, para tomar fotos, para poder pararse cinco segundos en un balcón a admirar el paisaje. Al final se toman muchas, muchas fotos, esperando poder reconstituir la experiencia después, en tu casa, con un ventilador y con una piña colada bien fría. La vida de turista es cruel y despiadada y eso que no he contado cómo fue visitar el Foro Romano, algo que sólo puedo comparar a “Apocalypse now”. No es de extrañarse, Francis Ford Coppola tiene ascendencia italiana después de todo. Pero sí, el Coliseo es hermoso. DSC07014DSC06981DSC07017DSC06968DSC07013DSC06991DSC07016DSC06987DSC07018DSC07010DSC07024DSC07040DSC07027DSC07042DSC07030DSC07050DSC07032DSC06997DSC07034DSC06998DSC07035DSC07004DSC07036It’s a good thing to have taken lots of pictures during the summer vacations so as to have something to show during these cold and work-filled seasons. So don’t be fooled by the images of sunny days, tan skins and short clothes: right now I’m dying of cold, somebody fix my heater for God’s sakes!

Anyway, in July I spent a few days in Italy, twice ashamed of my deficient brain capacity, first to put into practice a year and a half of Italian courses and also for not being able to remember much from my favorite classes in college, Architectural history of course. I had no other choice but to leave behind my label as architect, and even worse, as an Art history student, in order to take the less coveted one of plain tourist. Everything I now know, I learned from a ten euro guide bought in the Termini station in Milan. Don’t expect then a scholarly post about this, the Flavian amphitheater, original name of this building of the 72 d.C, which I remember just because I have a good friend with that name. Don’t expect either an in-depth description of the way the structure used to get filled with water for naval battles because the only time I tried to watch “Gladiator” I had one of the best naps of my life (followed only by “Batman Begins”), and I guess that if the movie was so successful and turned Russell Crowe into what he is now, it’s because the Coliseum appears in it filled with water at least once, right? (Update: I’ve been told it’s not the case. Why is there such a fuss about that movie then?) The only thing left to redeem myself, in the shameful event that one of my teachers from college visits this tragic website, is that I did remember that the columns in the Coliseum have the three Greco-Roman orders: in the base they are Tuscan, in the second level they are Ionic and in the third they are Corinthian.

I could then speak about the transcendent experience it is to find yourself in front of this impressive monument, both in scale and in history, and how no courses or books can convey the feeling of actually being there. You cannot help but feel humbled for knowing these types of things exist, but above all grateful because life has taken sufficient turns to be able to have the chance of seeing them with your own eyes. I could explain how curious it is to be inside of these kinds of buildings, so old and so popular, and ask yourself the same questions you have about the men you love and have loved in your life: does he remember all of the people that saw him grow up, that have loved him, that have given everything to him, that have sacrificed themselves for him? Will he be able to remember me when I’m gone? Will I live on in any corner of his memory? Will he change because he met me?

I could do all of this, but actually, after two hours of waiting in line under the sun in order to finally pay a lot of money to get in and stagger while pushing everyone because there is not enough space for the horde of tourists that visit it, the transcendent experience becomes a sort of “Survivor: Rome”. Run for your life, from insolation and people. You have to push to walk, take pictures and be able to stand five seconds in a balcony to admire the view. In the end you take lots and lots of pictures so you can relive the experience later, at home, with a fan and a cold Piña colada. Life as a tourist is cruel and ruthless and I haven’t even told what it was like to visit the Roman Forum, something I can only compare to “Apocalypse now”. No wonder Francis Ford Coppola has Italian ancestry. But yes, the Coliseum is beautiful.

El Entrepôt Lainé, que se podría traducir como el Almacén Lainé, es un edificio del siglo XIX que se encuentra en el barrio de los Chartrons, específicamente entre la calle Ferrère, la calle Foy y detrás del edificio de la Bolsa marítima. Fue construido bajo la dirección del ingeniero Claude Deschamps entre 1822 y 1824. Deschamps es el también el autor del puente de piedra de Bordeaux. El edificio, que originalmente se llamaba “Almacén real de mercancías coloniales” toma su nombre actual del ministro del interior en 1821, Joseph Joachim Hostein, vizconde Lainé, que fue quien propuso de construir, en el puerto de Bordeaux, un edificio con el fin de depositar todas las mercancías provenientes de las colonias.

The Entrepôt Lainé, which could be translated into the Warehouse Lainé, is a building from the XIX century located in the Chartrons neighborhood, specifically between Ferrère and Foy Street and behind the building of the Bourse maritime. It was built under the direction of engineer Claude Deschamps between 1822 and 1824. Deschamps is also the author of the Pont de Pierre in Bordeaux. The building, originally called “Real warehouse of colonial merchandises” takes its current name from the minister of the interior in 1821, Joseph Joachim Hostein, viscount Lainé, who proposed to build in the port of Bordeaux, a building to store the merchandises that came from the colonies.imageEl terreno escogido se encontraba justo en el centro del puerto y el edificio tuvo tanto éxito que fue necesario construir un anexo, del otro lado de la calle Foy, en 1830. Este anexo, construido bajo la supervisión del arquitecto Jean Burgue, tenía exactamente las mismas características formales y estructurales del primero.

The location was chosen because it was right in the middle of the port and the building was so successful that it was necessary to build an annex, on the other side of the Foy Street, in 1830. This annex was built under the supervision of architect Jean Burgue and it had the same formal and structural characteristics of the former construction. imageEl depósito tenía una capacidad de 20 000 toneladas de almacenaje y originalmente su fachada daba directamente a los muelles. Actualmente su fachada principal está escondida detrás del edificio de la Bolsa marítima. Fue utilizado como almacén hasta 1960, cuando fue definitivamente reemplazado por los hangares que se encuentran a lo largo de los muelles y que fueron construidos en 1930. En 1962 el edificio anexo fue vendido y demolido, mientras que el depósito original fue alquilado a una sociedad. En 1971 fue puesto en venta y corría el riesgo de ser demolido, pero gracias a la intervención de una asociación creada por dos vecinas del barrio fue salvado, inscrito al Inventario suplementario de los Monumentos históricos en 1973 y ese mismo año fue comprado por la ciudad de Bordeaux. A partir de entonces empezó a ser utilizado por asociaciones y grupos culturales, como Sigma, que organizaba un festival de teatro y de artes visuales, así como el CAPC, Centro de artes plásticas contemporáneas.

The warehouse had a 20 000 tons capacity and originally its main façade was directed to the docks. Now this façade is hidden behind the Bourse maritime. The building was used as a warehouse until 1960, when it was replaced by the hangars located in the docks and built in the 1930s. In 1962 the annex was sold and demolished, while the original warehouse was rented to a society. In 1971 it was put on sale and it was going to be demolished, but thanks to the intervention of an association created by two neighbors of the community it was saved, registered in the Historic monuments additional inventory in 1973, the same year the city of Bordeaux bought it. Since then, associations and cultural groups started working there, amongst them Sigma which organized a theater and visual arts festival, and the CAPC, the Center of contemporary visual arts.image

El edificio tiene forma trapezoidal y tiene 15 000 metros cuadrados de superficie. La planta está diseñada a base de un módulo de seis metros y medio de lado. Su acceso principal original estaba marcado por tres arcos de medio punto.

The building has a trapezoidal shape and has 15 000 square meters of surface. Its plan is designed from a module of square of six meters and a half long. Its main access was marked by three round arches. image

Tiene dos grandes naves de trece metros de ancho, cuarenta y cinco metros de largo y trece metros de altura. Las dos naves están rodeadas por un deambulatorio cubierto en bóvedas de crucería y de colaterales de tres niveles, el último terminando en terrazas. Los depósitos de encontraban en estos colaterales que son corredores abovedados divididos por arcos.

It has two main “naves”, thirteen meters wide, forty-five meters long and thirteen meters high. These two naves are surrounded by an ambulatory covered in crossed vaults and three-level collaterals, the last one ending in terraces. The storages were located in these collaterals that are vaulted corridors divided by arches. imageimageimageEsquisses Entrepôtimage

El edificio está constituido a partir de tres materiales principales: la piedra de Bourg, una piedra calcárea extraída de canteras del departamento de la Haute-Gironde; de ladrillo rojo y de pino de Oregón.

The building is made out of three main materials: Bourg stone, limestone extracted from the department of the Haute-Gironde; red brick and Oregon pine wood. image

Por sus formas, materiales y organización del espacio evoca las atarazanas construidas en Barcelona en el siglo XIII, edificios donde se construían barcos y los caravasares orientales donde se detienen los mercaderes. Estos últimos consisten en un patio central, que puede o no estar cubierto y que está rodeado de almacenes.

Because of its shapes, materials and space organization it calls to mind the atarazanas built in Barcelone in the XIII century, buildings where ships were made, as well as the oriental caravanserai where merchants stop. These last ones are organized by a central court, which can be covered or not and is surrounded by warehouses.image

El edificio funciona desde 1973 como centro cultural polivalente gracias a una propuesta hecha por los arquitectos Patrick Mazery y Denis Valode. Pero su rehabilitación progresiva empezó unos años después en tres etapas: la primera entre 1977-78; luego entre 1983-84, años en los que el CAPC cambia de estatuto y pasa a ser museo de arte contemporáneo. Esto significó una ampliación del programa a espacios específicos como las reservas del museo, biblioteca, auditorio, administración y el café/restaurante. La última etapa de la remodelación se llevó a cabo entre 1989-90, años en los que se integra definitivamente el centro de arquitectura Arc en rêve. Estos trabajos fueron realizados por la agencia Pistre et Valode y los hicieron acreedores de la medalla de plata de la Academia de Arquitectura en 1989. El mobiliario y la señalización interna fueron realizados por la agencia dirigida por la diseñadora Andrée Putman.

The building is used since 1973 as a polyvalent cultural center thanks to a proposal from architects Patrick Mazery and Denis Valode. But its progressive rehabilitation started a few years later in three stages: the first one in 1977-78; then in 1983-84, years when the CAPC changed its status to a museum. This meant an enlargement of the program for specific spaces such as the museum storages, the library, auditorium, administrative areas and the café/restaurant. The last stage of the rehabilitation took place in 1989-90, years when the architecture center Arc en rêve was permanently integrated. The project was conducted by the agency Pistre & Valode and it made them win the silver medal awarded by the Architecture Academy in 1989. The furniture and signs where provided by designer Andrée Putman’s agency. image

Los principales criterios de rehabilitación fueron la discreción, utilizando materiales que no resaltaran con respecto a los originales como concreto gris y estuco. Se trató de respetar el principio de reversibilidad, es decir que toda modificación debería de ser o por lo menos parecer provisoria, como es el caso de los paneles móviles donde se instalan las obras cuando son expuestas.

The main criteria for the rehabilitation were discretion, the use of materials such as gray concrete or stucco that would not stand out in front of the original ones. They wanted to respect the reversibility principle, meaning that any modification should be or a least appear temporary, as can be seen in the moving panels where the art works are displayed. image

Se trató de valorizar la arquitectura antigua, respetando las marcas dejadas por el tiempo en el edificio. Es por eso que la fachada principal se dejó en el color negro en el que se encontraba a finales del siglo XX y la limpieza interior del edificio fue parcial y es por eso que son visibles todavía algunos graffitis y marcas dejadas por los primeros empleados del depósito.

The architects tried to emphasize the value of the antique architecture, respecting the marks left by the passing of time in the building. That’s why the main building was left in the dark color it was found at the end of the 20th century and the interior cleaning of the spaces was partial in order to preserve some graffitis and marks left by the first employees of the warehouse. DSC09152

Se quiso conservar las características principales del edificio y por ende su esencia. Como originalmente este era oscuro para conservar las mercancías, se decidió no hacerle ninguna abertura adicional y se optó por iluminar individualmente las obras de arte. Finalmente, esta es una rehabilitación intemporal en el sentido que no hay ninguna marca de moda o de elementos anacrónicos que estén fuera de lugar. Es un trabajo que pudo haber sido hecho hace cinco, como quince años antes sin ningún tipo de modificaciones.

Another objective was to preserve the main characteristics and therefore the essence of the building. Since it was originally very dark so as to preserve the merchandises, it was decided not to open any additional windows and instead illuminate directly the works of art. Finally, this is an out of time rehabilitation in the sense that it does not have any sign of architectural fashions, styles or anachronistic elements out of place. It’s a work that could have been done five or fifteen years ago without any other changes.DSC09162

El edificio es muy importante porque es de los pocos ejemplos de arquitectura portuaria del siglo XIX en Bordeaux y a pesar de haber sido reconvertido con respecto a su función original es posible imaginar cómo funcionó en sus inicios.

The building is very important because is one of the rare examples of dock and port facilities of the 19th century in Bordeaux and in spite of the fact that it was reconverted it is still possible to imagine how it worked in its beginnings. DSC09183

Igualmente, es un ejemplo muy exitoso de rehabilitación, como lo demuestra el premio obtenido por los arquitectos y el hecho que fue el primero de una ola de rehabilitaciones de edificios culturales en Bordeaux, pero también en Francia. De igual manera, fue el pionero en la reconversión de edificios industriales a museos de arte contemporáneo, ejemplo que ha sido seguido en otros países europeos.

Additionally, it’s an example of a successful rehabilitation, as the award obtained by the architects can attest and also by the fact that it’s the first in a series of rehabilitations of cultural buildings in Bordeaux, but also in France. It was also the pioneer in the reconversion of industrial buildings into contemporary museums, an example that was also followed in other European countries. DSC09169

Las dos instituciones que trabajan en el edificio son también dignas de ser mencionadas. El CAPC tiene en sus reservas obras de pintura francesa de los años 70 y 80, así como obras de tendencias internacionales de los años 70 y unas cuantas de producción contemporánea. Por su parte, Arc en rêve organiza exposiciones y conferencias con arquitectos de reputación internacional y participan a la construcción de Bordeaux como intermediarios entre las autoridades y el público en general.

Both institutions that work in the building are worth mentioning as well. The CAPC has in its reserves French paintings of the 70s and 80s, as well as other works from international movements of the 70s and a few contemporary pieces. As for Arc en rêve, it organizes exhibitions and conferences with internationally renowned architects and participates in the construction of Bordeaux as intermediaries between the authorities and the general public. DSC09188image

Bibliografía:

FESSY Georges, VEILLETET Pierre, L’entrepôt Lainé à Bordeaux, Valode et Pistre, Les éditions du demi-cercle, Paris, 1992

(Todas las ilustraciones y planos fueron extraídos de) GUILLEMETEAUD François, L’Entrepôt, l’esprit du lieu, Editions Scala, Paris, 2000

MAROT Aurélie, sous la direction de SABOYA Marc, Restructurations, reconversions et réhabilitations au service de la culture dans les établissements bordelais depuis la première phase de mutation de l’entrepôt Lainé en 1978, Maîtrise en Histoire de l’art contemporain, Université de Bordeaux 3, 2002