21 July 2011

No one knows what is coming or who will harvest what we have sown, or how I’ve been dulling and dumbing in the service of the heart alone

Acabo de regresar del aeropuerto de dejar a Yanis. Su vuelo salía a las siete de la mañana, lo que significa que desde las cuatro y media estoy despierta. El entumecimiento provocado por el sueño ha de ser el responsable que la despedida haya sido rápida y sin mucho dolor, además que yo haya guardado la compostura en el trayecto de regreso en el bus. La última vez estoy segura que el conductor tenía problemas para dejar de ver por el retrovisor el espectáculo deprimente que yo ofrecía, aplastada en esa silla sin poder dejar de llorar. Pero tal vez haya descubierto el secreto para sobrellevar las cosas difíciles de la vida: sedarse sin dormir.

Chateando con una amiga el otro día me hizo la observación que nosotros éramos la prueba que las relaciones a distancia funcionan. Yo no supe muy bien qué responderle, porque honestamente no me puedo considerar un ejemplo a seguir en ese aspecto. De hecho, por mucho tiempo me pregunté si tener un noviazgo de lejos era otra materialización de mi extraño gusto por hacerme las cosas aún más difíciles de lo que pueden ser. Voy a hacer una confesión inapropiada y decir que los primeros seis meses que estuve en Francia experimenté una oleada en la que quise estar libre y sin compromiso. Todo era nuevo, emocionante y abrumador: se conocían a miles de personas por semana, unas más interesantes que otra y alguna vez se me ocurrió preguntarme lo diferente que enfrentar esa situación sin ninguna atadura emocional. Pero luego de seis meses el torbellino se disipó, la gente y las situaciones irrelevantes se fueron alejando y sólo quedó lo importante. Me di cuenta de muchas cosas, de mí misma y de las demás personas, pero sobre todo que lo esencial y lo más valioso de mi relación no cambió con la distancia. Este es un país hermoso y me encanta estar aquí, pero los amigos y el novio que dejé en Honduras me resultan irremplazables. Los siguientes seis meses las dudas desaparecieron en cuanto me di cuenta de este hecho. Surgió una nueva faceta, la de chica independiente. Empecé a acostumbrarme al hecho que yo me hago cargo de mí misma emocionalmente, algo inaudito en toda mi existencia. Me di cuenta que no estoy precisamente sin compromiso, pero sí estoy sola para encarar las amistades, las fiestas, los conocidos y que no tengo el resguardo del novio que es más simpático que yo para ayudarme a atravesar todo eso.

Porque ese chico es definitivamente más simpático que yo, gracias a Dios. Dos ariscos en una pareja sería demasiado. Me encanta cómo lo puedo soltar en un cuarto con todos mis amigos de aquí y él navega sin esfuerzo y con gusto entre ellos. Cocinó, platicó, hasta fue a una fiesta y socializó por su cuenta, lo único que no pudimos hacer por tiempo es llevarlo a bailar. Es sencillo y moldeable y cuando sea su turno de salir al mundo no va a tener ningún conflicto interno en adaptarse a su nuevo entorno como su dramática novia. (Pero veo mis dramas como una razón más para exponerme a estas situaciones: para aprender a sobrellevarlas.) Y vi de forma muy clara que cuando él está allí yo dejo todo para que él lo haga, así que la separación también puede ser un mal necesario en pro de mi madurez, que espero que algún día se manifieste. Estuvo de visita y fue como si absolutamente nada hubiera pasado, como si ayer nos hubiéramos despedido en Honduras. Probablemente sea difícil comprender el salto cuántico que hemos dado, pero antes de venir nuestra relación era de simbiosis total: estudiamos lo mismo, a veces trabajábamos juntos, nos mirábamos todos los días y el destino hizo que hasta viviéramos en la misma calle. La separación fue entonces traumática y la palabra resulta un eufemismo. Pero nos acostumbramos a tener un recorrido en común en lugares distintos y esto es lo que me lleva al inicio: ¿puedo entonces abogar por las relaciones a distancia como un modelo aplicable para los demás?

Creo que he aprendido lo suficiente en la vida para darme cuenta que puedo contar mi experiencia pero que su repetición sólo es aplicable para otros bajo su propio riesgo. No me creo un modelo a seguir en eso, pero hasta ahora ha funcionado. Pero es que no hubo ningún esfuerzo que hacer, todo ha salido bien porque pareciera que todo está en su lugar. Todo ha sido sin dificultad…

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