27 November 2009

"...Así que quieres ser arquitecto"

Es un axioma popular que todo aquel que no aprende de la historia está condenado a vivir estancado en la adolescencia durante su joven adultez. En una extraña tradición que tengo, cualquier hito importante de mi vida viene acompañado de su pequeño desbarato emocional, y atravesar la otrora imposible meta de la educación superior trajo consigo una regresión extraña a 7 años antes, cuando también me enfrentaba a decisiones que cambiarían mi vida sin la madurez o el sistema de apoyo emocionalmente adecuado para guiarme a través de ello. Pensé que si a estas alturas experimentaba el mismo desasosiego de aquella época era porque seguramente no la había superado adecuadamente y la única forma de trascender un estado era regresando a él lo más que se pudiera. Volví a leer los mismos libros que leí ese año, repasé mis diarios del 2002 y funcionó a tal grado que hasta síntomas físicos de esos tiempos se manifestaron. Aunque nada de esto me costó mucho esfuerzo: este año a todos nos han sacudido el suelo bajo nuestros pies y nos preguntamos qué será de nuestro futuro después de mucho tiempo de sólo habernos concentrado en el presente. Todo esto se agravaba por el estancamiento del país que influenciaba de muchas maneras el personal. Después de muchos meses de no obtener respuestas positivas relativas a mi carrera lo único que me quedaba por hacer era cuestionar cómo había llegado hasta aquí y por qué ahora me tenía que conformar con una carrera en un campo tan volátil como arquitectura. Nunca he disimulado mi descontento con mis años de estudio, la universidad, las clases y los maestros; el mundo profesional se miraba igual de sombrío o peor y aún así, cuando se me ponía enfrente la posibilidad de desarrollar un proyecto, aunque fuera de manera gratuita, siempre terminaba vinculándolo con la difusión de valores arquitectónicos. Un extraño masoquismo si es que realmente me disgustaba tanto lo que hacía. Me acordé del libro que ponen a leer a los estudiantes en las primeras clases de Teoría en la universidad, pero que yo nunca leí porque no supe que existía hasta que ya había pasado esas asignaturas: “Así que quieres ser arquitecto”.


El libro cumple tres serias funciones en un tono agradable y amistoso: es a la vez una advertencia para futuros o presentes estudiantes de la carrera, sirve de orientación para recién egresados y es un manual para el público en general, clientes o aficionados a la carrera que desean entender mejor de qué se trata y cómo se pueden comunicar mejor con un arquitecto.

A la carne fresca se le explican los pros y los contras de escoger esta profesión; se profundiza de manera muy detallada en los tipos de diplomas, el plan de estudios (que la UNAH parece haber copiado al pie de la letra, y eso que cabe mencionar que el libro es originalmente de 1985) y cómo es la experiencia de estudiar la carrera y todas las exigencias que conlleva. Hay una excelente caricaturización de los maestros y al final uno puede encontrar una lista de las mejores universidades donde puede estudiar, tanto en los Estados Unidos como en Latinoamérica (y donde de Honduras sólo se menciona la UNAH, pero volvemos a que la edición revisada del libro es de 1998).

Nosotros los que estamos sumergiéndonos en el lodo del mundo real encontramos una explicación sobre el proceso de colegiación para los arquitectos en los Estados Unidos, por cierto mucho más difícil que en Honduras donde sólo hay que graduarse y pagar; nos describen los tipos de especializaciones a las cuales podemos optar, y se trata el tema de cómo conseguir trabajo, pero también la importancia de conseguir un buen trabajo, no tanto por el factor económico, sino más bien por el profesional. El arq. Lewis hace una seria advertencia diciendo que como jóvenes impresionables que somos es muy probable que adoptemos la manera en que se trabaja en nuestra primera experiencia laboral. Si caemos en una buena empresa, con altos estándares de calidad y sentido de responsabilidad hay más posibilidades que nos desarrollemos como excelentes arquitectos, pero lo cierto es también de lo contrario. Hay también un capítulo muy interesante que trata sobre los diferentes trabajos que puede realizar un arquitecto, más allá del diseño y la construcción, reiterando una vez más el amplio espectro de opciones que se abren para nosotros.

Es importante resaltar que el libro puede ser disfrutado por el público en general ya que explica de una manera muy sencilla y accesible todas las funciones de un arquitecto y cómo es la interacción con uno de ellos. Qué se les puede pedir, qué esperar y qué exigir. El complicado proceso de diseñar y construir un proyecto es analizado cuidadosamente, enumerando la lista completa de los involucrados y las funciones que cada uno debe cumplir. También se da un breve repaso del tipo de clientes que pueden solicitar servicios arquitectónicos.

A lo largo de toda mi adolescencia mi obsesión siempre fue encontrar cuál era mi vocación, mi misión, o aquello que iba a darme una identidad, una justificación para haber nacido y permanecer aquí. Intenté miles de ocupaciones como si encontrarle gusto a una actividad fuera razón suficiente para dedicarse una vida entera a ello. Muchos años después y ya con un título en la mano sólo puedo repetir las sabias palabras de uno de los personajes principales de “La insoportable levedad del ser”: “La misión es una estupidez.” Tengo abierto este camino y hay mucho que aprender de él, tanto de la actividad en sí como de las personas que pueda conocer. Probablemente no sabía mucho a los 17 años pero tuve la intuición necesaria para saber que sin importar todo lo que cambiara a mi alrededor siempre querría dedicarme a algo que tuviera que ver con el arte en la vida diaria, de cualquier forma que fuera. “Quieres ser arquitecto” ya no trajo consigo tortuosos recuerdos, más bien reafirmó que voy por buen camino porque muchas cosas las sabía y me entusiasmó el recordar todo lo que se puede lograr. Probablemente no hubiera cambiado de carrera en caso de haberlo leído hace 7 años, pero en todo caso es esencial que lo lea quien quiera estudiar arquitectura ya que ofrece un panorama completo y objetivo de los años por venir. (Y va a ser de los pocos libros que no van a caer en el eterno cliché de que arquitectura es el arte de proyectar espacios para satisfacer las necesidades de las personas”.)

1 comment

  1. Wowz! Me alegra saber que el libro ha sido todo menos la sal en la herida de los años de estudio. Está buenísimo y ahora me pregunto por qué no se lo he pedido? Por cierto, la última línea, la que está entre paréntesis, está buenísimo!

    ReplyDelete