20 April 2009

6 cosas que me hacen feliz

Respondo a la petición de la adorable Aleinad, hablando de las 6 cosas que me hacen más feliz, en orden creciente.
1) Las hamburguesas:
Si yo tuviera la posibilidad de hacer una serie de televisión culinaria como las de Travel and Living a las que soy tan adicta últimamente, la haría basada en las hamburguesas alrededor del mundo. Puede que mi concepto no destile originalidad pero yo sería absolutamente dichosa el tiempo que dure. He perdido un poco el gusto por la carne, ninguna supera a la de Olancho y como ya no vamos pues el vegetarianismo parecería una buena opción si no fuera por las hamburguesas. No me refiero a las de restaurantes de comida rápida, aunque si es necesario o no hay más dinero me puedo conformar, si no a las hechas en casa, en restaurantes caros o de perdida las Mogami. Carne molida sin pretensiones, todavía sangrante, con queso derretido y hongos… Por media hora no necesito más en el mundo. Pero sin tomate por favor.

2) El centro de Tegucigalpa:
En estas últimas semanas he estado yendo mucho al centro, por razones de trabajo, diversión o aburrimiento, y he aprendido a apreciarlo aún más que antes. Esto podrá ser otro síntoma de la nostalgia que tengo por la universidad o de que estoy aprendiendo a interiorizar mis conocimientos de arquitectura ahora que ya no la veo como una tediosa obligación. Mi veneración por el centro está en compañía de mi gusto mejorado por los blogs de arquitectura y de una tendencia a buscar que la arquitectura se relacione con todo lo que veo o he estado aprendiendo en estas últimas semanas (el proyecto que hice en el taller de Curaduría era sobre ese tema por ejemplo). Recibí 3 clases de urbanismo, que nunca entendí o disfruté, pero es hasta ahora que entiendo qué significa el hecho de que la ciudad y los edificios deberían estar hechos para las personas. Debería ser obvio y evidente y sin embargo no es cierto, por lo menos no en Tegucigalpa. Lo he dicho antes: esta ciudad no está hecha para caminar, no hay área verde que dé sombra, no hay aceras amigables que inviten a recorrerla y lo peor es que no hay nada que ver en ella aparte de centros comerciales o restaurantes del grupo Intur que se promocionan como los más recientes e innovadores proyectos que se construyen cuando son todos iguales. El centro es como un oasis, o una realidad paralela que contradice todo lo que he dicho anteriormente. En él son los carros los intrusos, los que no deberían de estar allí y los que tienen que acoplarse a como YO me muevo. Los edificios no son muy altos y no me siento empequeñecida por ellos. La mayoría son preciosos y tienen una historia y un pasado que me quieren enseñar. Camino entre ellos y me siento maravillada cada vez que los miro, siempre surge un detalle que no había notado antes. Me rodea Arquitectura y es absolutamente exquisito.

3) Umberto Eco:
La forma en que escribe este hombre te hace experimentar pura dicha. Su estilo es tan fluido que uno no tiene dificultad en seguirlo a través de todos los recovecos mentales en los que se mete (excepto en esa introducción a la Semiótica que me ha dado más trabajo del que esperaba). Habla de cualquier cosa, desde temas políticos muy serios, cuestiones académicas, hasta puras trivialidades. Casi me muero de la felicidad cuando leí sus ensayos sobre el Kitsch o sobre el rol de Superman o Charlie Brown en la sociedad occidental. Eso demuestra que es capaz de encontrar sentido incluso en aquello que está hecho sin la intención de tenerlo, y no podría disfrutar de la misma manera los deslices de la cultura pop sin haber aprendido gracias a él que esta puede valorizarse desde ciertos puntos de vista.

4) Una buena clase:
Podría describirme como una groupie de las personas inteligentes y es por eso que mis primeros amores (platónicos) fueron maestros. Un buen maestro no sólo sabe lo que está diciendo, tiene tanta pasión por lo que enseña que termina contagiándolo a uno con la sensación de que su tema es lo más importante que se ha enseñado en la faz de la Tierra y de que al aprender sus métodos y el camino que él va a mostrar uno va a convertirse en una persona completamente diferente. Recuerdo a cada uno de esos maestros y para mi fortuna todavía sigo encontrándolos. Hay muy pocas cosas que sean mejor que estar en una buena clase.

5) El voluntariado:
Al parecer el taller de Curaduría fue el comienzo de una nueva etapa. Gracias a él conocí a varia gente, entre ellas al coordinador de voluntarios educa que fue muy gentil en aceptar mi solicitud a pesar que las sesiones de formación ya habían empezado para entonces. Desde entonces he estado asistiendo a la mayor cantidad de eventos que se organizan en la ciudad y voy todos los sábados a MUA a escuchar excelentes charlas sobre museografía, cómo dar una visita guiada, etc. La gente que llega es muy simpática y generalmente vamos a los centros culturales a poner en práctica lo que vemos en los cursos. Cuando estos terminen vamos a empezar a participar más activamente en las actividades artísticas que se den, según nuestros intereses y habilidades. Es casi seguro decir que he muerto y llegado al cielo cuando estoy allí.

6) La sincronía
Hoy me enseñaron una pieza de Félix González Torres llamada “Amantes perfectos”. Son dos relojes que se rozan levemente mientras muestran exactamente la misma hora. Los dos avanzan al mismo tiempo pero es inevitable que a uno de ellos algún día se le acabará la batería y se detendrá mientras que el otro estará obligado a seguir adelante. Aún así, yo me concentro en la sincronización.

1 comment

  1. Jajajajajaja... muy bueno. A mi también me hace feliz ir al centro, caminar por allí y ver a los viejitos u.u

    Ayer que vi el post anterior, me asusté porque la primera foto se parece a un muchacho de la universidad :S

    En fin... arreglé el msn, maldito error que me hizo instalar 5 veces esa papada ¬¬

    Abrazo :)

    pd: amo las hamburguesas y la pizza :$

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