09 March 2009

“Lo que más rechaza la mente es lo que más anhela el espíritu”

Esa fue mi respuesta cuando un ingeniero el otro día estaba hablando de su homofobia crónica. ¡No pude aguantarme!! Ya había gastado mi cuota diaria de simpatía, degradada en diplomacia, pasando por tolerancia y no quedaban más recursos para fingir. A pesar de que esta experiencia laboral ha sido muy positiva –sobre todo en comparación- no puedo evitar pensar que tengo algún tipo de maldición, de esos males de ojo que sólo un buen psiquiatra podría curar: tengo tendencia a repetir el mismo patrón del lugar en el que vengo al lugar al que voy. En clases eso era particularmente beneficioso porque ciertos maestros de clases difíciles provenían de la misma camada de profesionales de gente muy cercana a mí. Una camada que tiene el mismo modo de vestir, de pensar y de opinar omnisapientemente sobre todos los asuntos relativos a la existencia humana. Así que estar en esas clases era como estar en casa, literalmente. Ya sabía cómo lidiar con ellos y lo necesario para impresionarlos o por lo menos no repelerlos: viví para contarlo. Y salí a la calle –también literalmente- a buscar adónde hacer la práctica maravillada ante las infinitas posibilidades que se abrían ante mí, ese gran pozo de potencialidad pura donde cualquier cosa podría suceder y resulta que vuelvo a estar en mi casa, aumentado a la quinta potencia porque son cinco versiones de una misma persona!! ¿Por qué me hago esto? ¿Qué necesito para aprender la lección de una buena vez y avanzar a otro nivel de conciencia? Porque hay serios peligros con pasar todo el tiempo con el mismo espécimen de personas: sus chistes, su música, sus comentarios machistas, su intolerancia ante la vida sexual supuestamente incompatible con la de ellos, todo eso se pega, se adhiere lentamente, y especialmente si uno aborrece con todas las fuerzas todos esos rasgos. No quiero ser así, espero no ser así ahora, ¿y si resultara un proceso irreversible?

Necesito ver mujeres, de manera urgente. Estoy empezando a detestar la ineludible tosquedad, la fuerza bruta, la mosca en el cerebro, la objetificación. Necesito convivir con personas que no sean ingenieros, que no tengan nada que ver con técnica, que no crean que la simetría es el único patrón de diseño válido en la Tierra.

Necesito ver mujeres y mi estúpida compañía de cable me quitó Showtime justo antes del episodio final de The L Word, mi única oportunidad de ver pornografía lésbica políticamente correcta.

2 comments

  1. No hay cosa peor que debatirse entre dos mundos distintos (uno muy conservador y otro muy liberal) intentar mantener el equilibrio siempre y pasar sin darte cuenta de un patrón hasta otro sin ofender a nadie.

    Saludos.

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  2. "Para imaginar que estoy en un episodio de The Hills..." Jajajaja, amo/odio esa serie :S

    Me da gusto que ya estes en tu práctica xD


    por cierto, vi el blog del hermano de tu amiga :)

    pd: sorry por comentar en post que no corresponden al tema :$

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