17 March 2008

When I am king, you will be first against the wall

Cuando sea el fin del mundo y esté sentada a la derecha de Dios padre, y me ponga una película con todos los procedimientos que me han hecho los dentistas, el que voy a recordar con más cariño y menos dolor van a ser las extracciones de cordales, por muy increíble que suene. Qué criaturas más detestables y horripilantes, que por una cariecita mísera tienen que deshacerte toda la parte interna del diente, y para qué? Para que después te quede molestando de todas formas. Si te sigue doliendo, te repiten la obturación, y si sigue doliendo, endodoncia, y después corona, y después placa, y te lo recomiendan con esa nonchalance tan descarada, como si esas cosas no necesitaran miles de citas y miles de lempiras gastados en ellas. ¿Cómo es posible que una simple reparación de una obturación fisurada resulte en la muerte de un diente perfectamente sano?????

No hay nada rescatable de una visita con un dentista: los olores son horribles, los sonidos aún peor, quisiera encontrar una asistente que no deje trabado el tubito de la succión con mi lengua, y no, nunca voy a poder saber si me han dejado alta la reparación del diente porque estoy demasiado anestesiada para experimentar cualquier sensación. “Cloverfield” hubiera sido más terrorífica si en vez de los monstruos esos hubiese aparecido una fresa de taladro gigante. Los odio!!!! Los aborrezco!!! Les deseo una larga vida plagada de halitosis permanente!!!!!

Excepto a la doctora experta en endodoncias que tenía un televisor en el techo. Ella me cayó bien.

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