23 April 2007

The drum of the realization of the promise is beating

Hay pequeñas burbujas en las que eres capaz de trascender tus paranoias y preocupaciones.

Utilizas tu cuerpo, pero no es lo más importante: lo más importante son las sensaciones que éste transmite. Te envuelve el sonido, tú eres su esclava y debes obedecer. (Esa es una experiencia completamente nueva para todos aquellos acostumbrados a la ilusión de que somos los que decidimos nuestro destino.) Automáticamente el mundo desaparece. La necesidad de aparentar ser algo en especial no tiene cabida.

Tu condición de ser humano se expande a fronteras lejanas: tus brazos son cúpulas, bandejas o las siempre populares serpientes. Tus caderas son martillos, de un punto; de dos; de tres; si eres profesional, de cuatro. En el momento menos esperado, debes convertirte en una moneda que no se decide caer al suelo y se tambalea peligrosa y rápidamente.

Es un éxtasis sin ataduras filosóficas, por que a esto no puedes adjudicarle los compromisos de tus otras felicidades. Esto no te va a mantener, no te da una identidad y no cumple con ese terrible concepto de la “vocación”. El estado alterado de conciencia dura únicamente ese momento y no promete nada después.

La libertad es inmensa, la energía es palpable, está a un punto de ser visible.

Eres la única persona en el universo, la única relevante en todo caso.

Utilizas tu cuerpo, pero no es lo más importante: lo más importante son las sensaciones que éste transmite.


1 comment

  1. Guau, oyendo la música y leyéndote, lo pude sentir Marcela... es muy agradable Marcela, gracias!

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